miércoles, 26 de noviembre de 2008

Intercambio de deseos

Paseaba por un jardín de la ciudad de Murcia en el día en el que se conmemoraba la carta de derechos del niño y la niña. Tras toda una semana de actividades más o menos institucionales en los colegios, los críos disfrutaban de una soleada mañana de domingo rodeados de payasos, magos, globos de colores y juguetes.

En dicho jardín, varias asociaciones locales habían instalado expositores. En ellos ofrecían actividades para que los niños se pudiesen entretener. Además de los juegos, decenas de monitores intentaban inculcar una lección para que los pequeños aprendieran sin dejar de divertirse. Obviamente, cada asociación trabajaba con el tema al que se dedicaba; las ecológicas regalaban plantas a los críos y les enseñaban a cuidarlas; las que trabajan con inmigrantes exponían el problema de las pateras mediante murales que los niños debían colorear…

De vuelta al trabajo observé un expositor realmente bonito. Tras él, un panel metálico decorado con decenas de figuritas de colores. El nombre de la Asociación no me sonaba, así que me acerqué a preguntar. Me informé de que era una asociación que trabaja con niños con cáncer. En este expositor, los menores debían hacer un dibujo para pegarle un imán y poder así colocarlo en la colorida pared metálica que había tras el expositor. Como premio, escribían un deseo y lo dejaban en una cajita de plástico transparente. A la misma vez que dejaban su deseo, podían coger otro para conocer lo que más quería en el mundo el niño que pasó por allí antes.

Pero esa caja ya llegó llena de deseos, los de los niños que no pudieron salir a la calle a jugar ese día; los niños enfermos de cáncer que pertenecían a la asociación. Cuando terminaron de explicarme en qué consistía aquello, miré hacia la caja y puede ver cómo un niño acababa de dejar un deseo. Aproveché para preguntarle.

Aquel chiquillo me dijo que se llamaba Pedro y que tenía 7 años. No me quiso decir lo que había puesto en su deseo, porque le habían comentado que sino, no se cumplía. Saqué mis mejores dotes de negociadora y accedió, al menos, a mostrarme el deseo que había cogido tras dejar el suyo. Ambos leímos en aquel papel: “Mi máximo deseo es poder jugar un partido de fútbol, correr tras el balón y marcar un gol”. Pedro me miró con ojos tristes. Había entendido aquel deseo tan bien como yo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Querido Blog...

No pienses que me he olvidado de ti. Es sólo que últimamente no tengo fuerzas ni para intentar recordar. Me siento como siempre, o incluso peor. Todo me sigue aburriendo y entusiasmando a partes iguales. Aún así, sigo luchando por ilusionarme con las pequeñas cosas e intentar vivir el día a día, porque mirar al futuro, aunque sea de refilón, me hace enloquecer.

El circo de los horrores volverá en abril y mientras, me asustan más las personas que me rodean que cualquier simulacro de vampiro de pobre estilismo que espera su sueldo a fin de mes. Cada vez son más las almas que me han olvidado y creo que, en casos concretos, quizá lo merezca. No os preocupéis, entiendo que los recuerdos y/o sentimientos son selectivos y no todos podemos tener acceso a la zona VIP.

Quiero que sepas que él tiene tus ojos, no son tan claros como los tuyos, pero sí tristes y profundos. Claro que jamás me mirará como me mirabas tú. Pero ya es tarde, siempre es tarde para mí. En todas las estaciones perdí un tren y aún así, jamás puse mi reloj en hora.

Pero estoy intentando cambiar desde el día del anunciado diagnóstico de mi hastiada melancolía. Aunque me destroce bucear en mis recuerdos y enfrentarme al espejo, pronto conseguiré que cada vez me duelan menos los puñales que se clavan en viejas heridas y que cada día que pase, sea mejor persona conmigo misma. Sólo necesito sobrevivir. Sólo sobrevivir.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Dar vueltas

Algunos seres humanos nos caracterizamos por tener una especie de grill para pollos asados en la cabeza. Con él le damos vueltas a los pensamientos hasta marearlos a ellos y terminar mareándonos nosotros. Es curioso como, a veces, unas simples palabras te pueden martirizar durante semanas.

Supongo que el remedio está en actuar y pensar menos o, directamente, en no darle vueltas a la cabeza. Todavía no he logrado averiguar si realmente sirve de algo analizar todos los pros y los contras, los posibles contraprós, pasados, presentes y futuribles de las cosas. No sé si sufre menos quien hace las cosas sin meditar. No sé si es más infeliz quien traza delicadamente sus pasos.

Debería existir un límite legal para analizar pensamientos. Quizá no sería justo, pero yo al menos podría olvidar que tengo que averiguar por qué me has olvidado.


lunes, 18 de agosto de 2008

All you need is...

Alguna vez os habéis preguntado cómo se enamoran dos frikis. Aquí tenéis la respuesta...

miércoles, 13 de agosto de 2008

Historias patéticas IV

Sentaba mi agosto en la terraza de turno. Entre los temas de actualidad, surgen las Olimpiadas. Cada cual comenta su fijación deportiva a la hora de plantar el alma frente al televisor. En un usual cruce de borderías, me comentan que lo mío son los “deportes de suelo”. Y es que, cuando era joven, tuve una etapa bastante inestable. Siempre he pensado que mi falta de equilibrio juvenil se debía al desarrollo final del oído interno, aunque reconozco que los mamporros solían coincidir con la masiva ingesta de alcohol de la edad del pavo. Entre todas las caídas, que fueron varias, hay una que siempre destaca en el anecdotario. Ahí voy.

Tenía la estupenda edad de 16 años. Era sábado por la noche y veníamos de terminar con las existencias de Estrella de Levante de aquel bar de cuyo nombre no quiero acordarme. Por aquellos tiempos, era un complemento bastante recurrente en mi look un bolso terriblemente feo, tipo bandolera y de varios colores fosforitos. Llegamos a la calle donde estaban instaladas todas las terrazas. La gente, por cientos, disfrutaba su cervecilla o pincho acogidos por el buen ambiente de la noche murciana.

De repente tropecé, como siempre, en la raya de un lápiz. Si recordáis el anuncio aquel de tú pasa el pronto que yo paso el trapo, podréis haceros una idea de lo que me ocurrió. Aquello fue lo que yo denomino una caída de arrastre, porque me deslicé por toda aquella calle, alcanzando una longitud en metros digna del primer premio del Qué apostamos. Por un momento pensé en la gente que estaba tranquilamente sentaba en la calle más concurrida de la ciudad un sábado por la noche y vio pasar un proyectil con forma de muchacha. Y allí me encontraba yo, tumbada en el suelo, boca abajo y sin querer levantarme de la vergüenza.

El caso es que un muchacho, piadoso y bondadoso, corrió a levantarme de aquel suelo que había besado con pasión. Yo estaba que me daba algo y tan nerviosa me puse que no me di cuenta de que el bolso se me había enredado entre las piernas, así que di un pasito corto y en el segundo me fui otra vez al suelo. Por segunda vez en un minuto me encontraba cara al asfalto y la vergüenza era un concepto que ya había dejado de definir lo que sentía.

Aquel buen muchacho me volvió a levantar, aunque la risa apenas le dejaba fuerzas para hacerlo. Cuando volví a casa, ya se me había pasado la borrachera. Claro que llevaba las medias rotas, la ropa manchada y los brazos magullados. Y aquella noche, mis padres me castigaron y todavía no sé por qué.

PD: Esta anecdotilla, tan real como cierta, está especialmente dedicada a mi niño de donde la tele, para que se ría un rato, que le hace falta. Al mal tiempo, quítame allá esas pajas.

viernes, 8 de agosto de 2008

La lección del autobús

Esperaba el autobús para ir a la universidad como cada día. Pese a que las agujas del reloj se acercaban tímidamente a señalar las 8 y las 12, ya tenía los ojos bien abiertos. Aún así le invadía esa extraña sensación de estar rodeada de gente que apenas podía sentir. Hizo un esfuerzo e intentó reconocer, entre las personas que esperaban el transporte público, alguna cara conocida con la que poder charlar, pero no tuvo suerte. El esfuerzo se repitió con el mismo resultado, pero esta vez dentro del autobús. Le daba la impresión de que ese día había decidido llegar a clase demasiado temprano, pues no viajaba con ella ni un solo estudiante.

Tomo asiento y sacó el libro que llevaba entre manos. De pronto, escuchó una voz que le preguntaba algo sobre las páginas de la novela. No tuvo más remedio que apartar su vista de las líneas y fijarse en la persona que tenía en el asiento de enfrente. Era un chico, más o menos de su edad. El contraste entre ellos era sobresaliente. Ella tenía una larga y negra melena rizada, tez pálida, ojos oscuros y vestía de negro de la cabeza a los pies. Él tenía el cabello corto y rubio, piel tostada, ojos azules y vestía de blanco inmaculado de la cabeza a los pies. Lo curioso fue que aquel chico estaba leyendo el mismo libro que ella, de la misma editorial y edición. -Digo que qué página llevas-, repetía quizá por tercera vez, dado el tono de su voz. Ella dejó de examinarlo y, un poco cortada, sólo contestó un número. El muchacho sonrió mientras giraba su libro, abierto justo por la página que ella acababa de mencionar. Comenzaron a intercambiar sus impresiones sobre aquella novela, charlaron sobre los personajes y el trasfondo, rieron e incluso vaticinaron un final y se prometieron que, al terminar las páginas, recordarían el desenlace que propuso el otro.

De pronto él se sobresaltó. Se había pasado dos paradas con la charla y ahora tendría que caminar hacia atrás para llegar a su destino. Ella se sintió mal por ser la causante de su despiste, pero pensó que, en su lugar, no sólo le habría pasado lo mismo, sino que quizá hubiese llegado hasta el final del trayecto. Aún con las prisas, el chico se detuvo a susurrar al oído de la chica: - Fíjate en lo distintos que somos- le dijo- pero hemos encontrado algo que nos ha unido y nos ha hecho especiales el uno para el otro. No dejes de buscar ese algo que te una a todo lo que te rodea. Aunque superficialmente creas que no hay nada, todos estamos conectados por un pequeño vínculo.- Arrastró sus labios hasta la frente de la chica y le dio un dulce beso antes de bajar del autobús.

Las puertas se cerraron y sólo entonces se dio cuenta de que todos los viajeros la miraban con cara de póker. Sólo entonces pudo tomar conciencia de lo que había pasado. Sólo entonces pudo analizar con detenimiento. Y sólo entonces comprendió que, a veces, los desconocidos pueden dar grandes lecciones.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Volveré...

Cuando la tristeza no sea mi patria.
Cuando deje de navegar con rumbo inerte.
Cuando los días comiencen a nacer.
Cuando encuentre la salida a otro laberinto.

Gracias por echarme de menos.

martes, 22 de abril de 2008

I´ve got the golden ticket

Las dependencias de la Administración pública se valen de un sistema a la hora de atender al público. Dicho sistema se basa en la recogida de un tique de una maquinita. Dicho número permitirá establecer un orden para atender a los usuarios, en función de su llegada a las dependencias públicas. Así pues, uno saca su número de la máquina y espera a que su cifra aparezca en los paneles instalados en las mesas de atención al público. El comentario no se refiere a lo novedoso del sistema. Queridos y queridas, el Pryca ya utilizaba ese método en su pescadería cuando se hacía la mili con lanza.

El caso es que, en un momento dado, alguien saca dos números. No se sabe muy bien quién empieza la cadena, pero el juego discurre así: la persona que saca dos números utiliza uno y el otro lo dona de forma altruista a alguien que tenga un número mayor. Así pues, le hace ascender unos cuantos puestos en la cola y le ahorra un tiempo indeterminado de espera. Cuando la persona que recibe el número ha terminado sus gestiones, dona su tique original a otra persona que haya llegado después y le evita otro tanto tiempo de espera. Y no sé cómo ni por qué, siempre hay un número que pasa de mano en mano a modo de favor desinteresado hacia uno de los “esperantes”.

No sabría decir qué tipo de características reúne mi persona, pero siempre soy galardonada con un tique que me hace avanzar puestos en la cola. Luego, yo tengo que regalar el mío, pues aunque no existe ninguna maldición para quien rompe la cadena, ya conocemos eso del primer principio de la termodinámica. El caso es que cuando me toca a mí premiar, me fijo siempre en dos premisas: el número de llamadas que reciben los sujetos al móvil y la posición de los cuerpos. Si una persona recibe muchas llamadas (de trabajo, entiéndase), tendrá prisa por reincorporarse a su puesto, así que merece avanzar en la cola. Si una persona adquiere posición oblicua, está realmente cansada de estar en pie y merece avanzar en la cola. Si alguien recibe muchas llamadas de trabajo al mismo tiempo que adquiere posición oblicua, será galardonado con mi tique.

A veces pienso en si la gente también creará sus propios parámetros para la cesión de su puesto. Otras veces me analizo para intentar saber por qué me lo ceden a mí. La gran mayoría de las ocasiones medito acerca de la creación espontánea de ese juego de siniestra selección bienintencionada y altruista. El resto de las veces me dedico simplemente a hacer viajes astrales. El caso es que dos horas de espera para entregar un papel, dan para pensar mucho.

domingo, 20 de abril de 2008

¿Playa o montaña?

Siempre que me hacen esa pregunta, respondo lo mismo: yo soy pez de ciudad. Y es que, aunque a algunos les resulte extraño, hay quien se encuentra cómodo entre el asfalto y los grandes edificios. Eso no quita para que, de vez en cuando, apetezca cambiar de paisajes por eso de "desconectar", aunque todavía no sé muy bien a qué estoy enchufada. Mientras decidimos si es mejor la costa o el interior, aquí dejo una imagen de mi desconexión de fin de semana.

viernes, 18 de abril de 2008

El paciente famoso

De nuevo me dirigía a un centro comercial en busca de un regalo de cumpleaños. Detesto las grandes superficies, pero reconozco que resultan cómodas a la hora de aparcar y de tantear varias posibilidades. Noté en el corto trayecto de las escaleras mecánicas que subían del párkin, que el ambiente se encontraba algo más alborotado que de costumbre. Y una vez más, mis oídos no me engañaban. El centro comercial estaba abarrotado de gente. Divisé en el centro de las instalaciones un escenario repleto de criaturas en la edad del pavo y de compañeros de los medios de comunicación. No tenía más remedio que pasar por allí, porque la tienda en la que quería comprar el regalo se situaba en el otro extremo. Así que tomé aire y me introduje en la vorágine de pequeñas muchachas excesivamente maquilladas.

Había perdido ya la cuenta de los codazos y los empujones cuando conseguí llegar a la altura del escenario. Sobre él se situaba un cantante de los que están de moda. Me detuve unos segundos en examinar el comportamiento del muchacho. El tipo estaba en “modo sonrisa” y soportaba estoicamente las exigencias de las enfervorizadas fans. A todo esto, me dieron un empujón de esos que te hacen avanzar varios metros y dos pequeñas criaturas me acusaron de querer colarme en la fila. Había llegado el momento de huir de allí y centrarme en la tediosa tarea de realizar las compras. Aproximadamente una hora después, tuve que volver a pasar por el escenario ocasional para regresar al párkin. Y allí seguía el pobre muchacho en “modo sonrisa”, aguantando hordas de adolescentes.

Ahí me di cuenta de que yo nunca podría ser una popstar, porque sería incapaz de soportar esa situación. Me imagino en mitad de la firma de discos cogiendo el micrófono y diciendo, “¿pero es que no tenéis casa?”. Y seguro que a más de uno lo mandaba a recolectar alcachofas. Así pues la tarde me dejó dos conclusiones importantes: que los artistas de masas tienen más paciencia que el Santo Job y que, si por casualidad llegara a ser famosa algún día, tendría un anti club de fans.

miércoles, 16 de abril de 2008

Negociaciones

- Buenas, quería poner mi alma en venta.
- ¿Y qué pide por ella?
- Sólo quiero mirar al futuro y no ver un abismo.
- Me temo que no podrá ser. La crisis nos está afectando.
- ¿Entonces no me la compra?
- Si al menos tuviera el alma escriturada, podríamos negociar.
- Ahm.

viernes, 11 de abril de 2008

Oh my god!

Anuncios x palabras

Los primeros publicistas, que vestían toga, investigaban cómo pintar los alimentos en las fachadas de sus comercios para atraer a más compradores. Desde entonces han cambiado los medios, pero no el fin. En la actualidad los anuncios de televisión (que son esos que te quitan a medio para ponerte una película) han adquirido tanta relavancia que han pasado a formar un género audiovisual propio. Lo dramático del asunto es que han relegado a los otros formatos publicitarios a un segundo plano, especialmente al escrito. Es por eso que ahora, quien quiere vender mediante palabras, tiene que utilizar todo tipo de artimañas para llegar al cliente potencial. A continuación se exponen una serie de trucos que hacen efectivos los denominados anuncios por palabras.

1. Absolutamente todo se puede vender, pero hay que ser directo, claro y escueto con la mercancia que se pone a disposición de los clientes.



2. Es importante conocer el cliente potencial y hablarle en un lenguaje con el que se sienta familiarizado.



3. Vivimos en una sociedad visual. Resulta esencial ser consciente de la importancia de la imagen.


martes, 8 de abril de 2008

La venganza de la física

Tras media hora de atasco, percibo un ligero trecho de carretera sin tráfico. Me emociono y empiezo a acelerar con la esperanza de salir lo antes posible de ese infierno. De repente, veo como la parte delantera de un coche se planta en mitad de mi carril. Frenos para qué os quiero. Detecto las letras BMW reflejadas en el enorme espejo que hay frente a la calle y que el imprudente conductor no se ha parado a mirar antes de salir. Doy mi intermitente y, aprovechando la ausencia de tráfico en sentido contrario, me decido a esquivarlo. Al mismo tiempo, el conductor del BMW se empeña en cortarme de nuevo el paso y avanza introduciéndose más en el carril. Frenos para qué os quiero (Vol. 2).

El caso es que me encuentro con medio coche en sentido contrario cuando el conductor del citado coche, un muchacho de unos 30 años que lucía un polo con cocodrilo y abusaba de la gomina, abre su ventanilla y comienza a increparme. Miro el reloj: 08.30 horas de la mañana. Demasiado temprano para tener una bronca, pienso. Así que le subo el volumen a la radio y lo dejo ensimismado con sus gritos sin fundamento. Mientras, pido a los más altos altares que no venga ningún coche en la dirección que mi coche estaba invadiendo en ese momento. Avanza la fila y consigo reincorporarme y respirar. El engominado me mira a través del retrovisor y, mediante gestos de prepotencia, me hace entrever que se ha salido con la suya y yo me he quedado detrás.

Pero, oh sorpresa, pasa una moto, adelantando a toda la fila de coches por la izquierda. El motorista, por qué no decirlo, un guarro de los que hacen apología, gira su cabeza a la derecha y escupe. Entonces actúan las leyes de la física: velocidad, fuerza y gravedad. Si a eso le sumamos las variables de: situación del BMW y ventanilla abierta para gritar… podéis despejar vosotros mismos la ecuación.

lunes, 7 de abril de 2008

Aun a riesgo de ser grosera

Soy consciente de que voy a crear una entrada que puede valerme más de un enemigo. Es más, no me extrañaría que alguien me retirara el saludo y los que conocen mi aspecto, me escupieran al cruzarnos por la calle. Aún así creo que me expondré gratuitamente al escarnio público, porque realmente necesito escribir sobre esto.

Me encontraba cenando con una querida amiga cuando salió el tema. Mi interlocutora me decía que cuando uno se enamora, es capaz de realizar cosas que se escapan a la razón. Añadía que lo peor que se puede hacer en esta vida es criticar al vecino, porque mañana te puedes ver tú en el mismo lugar y a la sinrazón, habría que unir la vergüenza de la hipocresía. Me querida acompañante me ponía un ejemplo. Ella aún no se explica cómo fue capaz de caer en “eso” en “aquella circunstancia”, cuando jamás en la vida imaginó que sería capaz de hacer algo así. Y antes de que yo abriera la boca, censuró mis comentarios al respecto, recordándome qué pasaría si mañana me tocara a mí. Lo acojonante del tema es que justo al día siguiente me tocó a mí, pero yo no caí en “eso” en “aquella circunstancia”. No es que me considere un ser de piedra por haberlo evitado, quizás simplemente no era mi destino.

Sería hipócrita afirmar que a mí nunca me ha pasado algo parecido y sería necio no reconocer que las cosas se ven distintas desde dentro y desde fuera. Aún así, a veces me deja de piedra la gente que ha saboreado durante años una amarga hiel, que hasta ha provocado heridas en su boca, y sigue volviendo a por más. Reconozco que el enamorado se enajena y pierde la visión de la realidad, pero queridas y queridos todo ser humano por bondadoso y comprensivo que sea, debe tener un límite que yo duramente asociaría al concepto de dignidad.

Cuando critiqué y me ocurrió lo mismo, aprendí primero a no criticar y segundo, a no caer en lo mismo. Y, aunque harta estoy de escuchar eso de “cuántas cosas te pierdes por ser tan racional”, la mayoría de las veces me alegro de no consentir que alguien juegue a la ruleta rusa con mi corazón. A día de hoy, mi experiencia me dice que esta actitud tiene más beneficios que desventajas.

Puede que mañana tenga que sustituir esta entrada por unas humildes disculpas, ya que en ningún momento niego que uno se pueda ver involucrado en su propia crítica. Pero a día de hoy, me produce úlcera ver a algunos de mis queridos semejantes llorar porque todos los días sale el sol por Antequera.

domingo, 6 de abril de 2008

Y no me lo merezco

Tengo que agradecer de corazón los dos premios con los que este humilde blog ha sido galardonado en los últimos días. Las señoritas Mohikana y Alelo han tenido a bien seleccionarme como destinataria de estas distinciones. Repito, y lo haré las veces que haga falta, que no los merezco. Aún así reconozco que se me pone sonrisa de monalisa cuando alguien se acuerda de mí. Y es que más que el premio, yo agradezco ese estar presente en los demás. Gracias, gracias, gracias. Como dictan los cánones, debería nombrar a los dignos sucesores de estos premios. Reitero mis disculpas, pero soy incapaz de seleccionar. Todas las personillas que están enlazadas en la parte derecha de este blog los merecen. Quizá sea injusto no repartirlos, pero cada blog que visito con frecuencia es diferente al anterior, cada uno tiene su esencia y personalidad y, por supuesto, todos lo merecen. Así que como sé que Alelo y Mohikana no se van a enfadar, os los entrego a todos y a ninguno. Que conste que esta entrada es una pura expresión de agradecimiento para estas dos muchachas que, aún estando tan lejos, me sienten tan cerca. Muchas gracias, bonicas :)


El premio de Mohikana



El premio de Alelo



viernes, 4 de abril de 2008

Cadenas maniáticas

La señorita Mohikana me propuso en su blog para que siguiera una cadena. La historia consiste en relatar cinco manías personales y proponer a otros cinco bloggers para que hagan lo mismo: exponer sus manías confesables y nombrar a otros cinco blogs para continuar la cadena. A mí lo de seleccionar un número limitado de personas es que sigue sin gustarme, así que invito a todo el que lea esto a hacer lo propio en su blog. También podéis hacerlo en los comentarios de la entrada, en el caso de que no tengáis blog o no os apetezca hacer una entrada similar. Perdóname que sea tan díscola Mohikana, pero siempre he creído en el poder de la selección natural. Bueno, ahí van cinco de mis manías que, reconozco, me ha costado seleccionar.

1. Evito siempre pasar entre dos palos, columnas, postes o similares. En ocasiones tengo que bordear plazas enteras para conseguirlo.

2. No puedo ver las puertas abiertas, sobre todo las de los armarios. En cuanto llego a mi casa, voy cerrando puertas como una posesa.

3. Soy muy maniática para combinar colores en la ropa. No es que la gama de colores de mi vestimenta sea muy amplia, pero hay colores que no pueden ir juntos ni por accidente.

4. Guardo un número desorbitado de veces los documentos del ordenador, sobre todo en el trabajo.

5. No puedo cerrar un libro a medio leer un capítulo. O lo termino o no lo empiezo, pero jamás lo dejo a medio.

jueves, 3 de abril de 2008

Expediente Kodac

La vida posee toda una serie de inexplicables misterios. Conforme transcurría la tarde, me venía dando cuenta de uno de ellos. Y es que, amigos, todos o casi todos somos poseedores de las mismas fotos. Es como si existiera una siniestra mano ubicua que clona nuestros fotogramas.

Todos tenemos la típica foto de cuando éramos bebes. En ella salimos desnudos: boca arriba los niños y boca abajo las niñas por lo general. Permanecemos, en la mayoría de los casos, tendidos sobre una cama o sofá, en su defecto. En esta instantánea salimos con los ojos muy abiertos y si se tercia, arrugando las sábanas con nuestras pequeñas manitas.

Otro clon se encuentra en las fotos de la comunión. Absolutamente todos tenemos esa foto en la que salimos con las palmas de las manos juntas, entre las que sostenemos un Rosario, una Biblia o similar. Y miramos como para algún lado como si el mismísimo Dios estuviera presente en el posado.

También está la foto de navidad, vestidos de figuras belenísticas en el cole. La verdad es que yo siempre quise ser la Virgen, pero nunca me ascendieron de pastorcilla, qué cruel ahora que lo pienso. También existe su variación de foto del baile fin de curso.

Si consigues completar algún ciclo académico: foto con beca, toga y en el peor de los casos, con birrete incluido. Aquí solemos tener cara de “porque yo lo valgo”.

Luego crecemos e irremediablemente sentimos la necesidad de darle la vuelta a la cámara y autofotografiar nuestro rostro. Y cuando comenzamos a viajar, surge la foto monumento, ya que todo el mundo tiene una instantánea frente a la catedral o el edificio emblemático de turno.

Y yo me pregunto, ¿por qué la SGAE no hace nada para remediarlo?

lunes, 31 de marzo de 2008

Música para la espera

Algunas compañías de telefonía móvil comercializan un servicio para sustituir los tonos de espera de la llamada por música. Así pues, cuando llamas a alguien, en lugar de escuchar el “piiii, piiii, piii…” de toda la vida, te suena el temazo del momento y así, dicen, la espera se hace más entretenida.

Cuando llamas a personas que tienen contratado este servicio, encuentras de todo: canciones que ponen de los nervios, otras que resultan indiferentes y algunas que son un verdadero placer para los conductos auditivos. Recuerdo cuando tuve que llamar al señor Alcalde de un pueblo manchego, en cuyo Ayuntamiento habían sufrido un desagradable percance ocasionado por un tránsfuga. Como a mí estos temas me agobian bastante, marqué el teléfono pensando muy bien qué preguntar y cómo. Cuál fue mi sorpresa cuando, una vez establecida la conexión de líneas, escucho: “yo soy tu gatita, tu gatita… aráñame el corazón” y ya cuando descolgó el hombre a mí me dio la risa, cosa que hizo que la tragedia se volviese más trágica.

Yo siempre he querido contratar este servicio, pero soy incapaz de escoger una canción. Supuestamente no debería seleccionar un tema que me guste a mí, porque yo no me llamo a mí misma. Por lo tanto, debería contratar una canción que le gustase a quienes me llaman. Pero ¿cómo ser diplomática con los gustos de todos? Supongo que lo ideal sería reunir a todas las personas que tienen mi número y que ellos la decidieran, pero ¿y si escogen una canción que yo detesto? Además, si me llama alguien que no me conoce, puede establecer toda una serie de prejuicios en función de lo que escuche en ese momento, cosa que hace más compleja la elección. En fin, creo que no estoy preparada para esta tecnología.

viernes, 28 de marzo de 2008

Ley de la Memoria Histórica

“Tía qué fuerte, es universitario”, le decía a sus amigas en el recreo del instituto. Ella tenía 16 años. Él tenía 22. Lo curioso es que apenas podían verse. Él estudiaba en una ciudad lejana y los fines de semana, ella tenía que estar en casa cuando él decidía salir. Aún así, a veces él se marchaba antes de casa para verla un rato. La otra mitad de las veces, ella era recluida el fin de semana siguiente por llegar tarde a casa, así que lo veía menos si cabe. No tenían que quedar, pues siempre se encontraban en el mismo bar de la ciudad y a la misma hora. El acuerdo era perfecto porque antes sólo se podía llamar a casa y nada más pensar quién podía descolgar el teléfono, ya resultaba incómodo.

A ella le bastaban los minutos que compartían cada 2 fines de semana para sentirse feliz. Él se deshacía en detalles con aquella niña que se llenaba la cara de purpurina. Aún hoy, ella no sabe muy bien por qué ese chico se empeñó en hacerla feliz y está segura de que él tampoco sabría responder. La noche era larga y para él comenzaba cuando ella, con el alma quebrada en dos al pensar qué haría su romeo en su ausencia, cerraba la puerta del bar de las sonrisas para marcharse a casa, camino de su nuevo castigo. Aún recuerda el día en que él apareció con una preciosa chica rubia. Se la presentó educadamente y ella se quería morir. Ambas comenzaron a hablar sobre él y se medían en un pulso por alabar las excelencias del muchacho. La tragedia concluyó cuando la chica de los cabellos dorados exclamó que su hermano era un sol.

Y aquello siguió como siguen las películas de incierto final: ni para alante ni para atrás. Claro que ella era feliz interpretando el papel del guión que le habían dado. No se sabe cómo ni por qué, pero el tiempo los fue distanciando y ya apenas se veían. Sólo fugaces encontronazos nocturnos y creo que un par de veces se cruzaron por la calle. Cosas que pasan. Luego él desapareció del mapa, luego ella, luego él de nuevo, y así fueron pasando los años.

El otro día, ella se volvió a cruzar con él en un bar. Por un instante recordó cómo amaba cuando aún no tenía podrido el corazón. Y le invadió tanta esperanza que se apresuró a abrazarlo de nuevo, quizá con la vaga ilusión de volver a sentirse, aunque fuese por un segundo, como cuando vivía en el país del algodón. Pero él no la recordaba. Tuvo que notar la desilusión en su cara, esta vez sin purpurina, porque comenzó a divagar y a sentirse incómodo. Hasta que algo después, y sin ayuda de ella, que de repente había enmudecido, recordó quién era la, ya mujer, que tenía delante. Entonces mantuvieron una conversación un tanto por compromiso y él le presentó a una preciosa chica rubia, que en esta ocasión exclamó que su marido era un sol.

Volvió al rincón más oscuro de aquel oscuro bar y notó como su corazón se secaba un poquito más. En el fondo se alegraba por él y en el fondo sabía que no podía culparlo de no recordarla. La explicación no se encontraba en los años transcurridos, sino en que para ella fue su primer casi todo y para él sólo fue un juego de juventud. Entonces miró a la barra del bar y leyó en un periódico que el gobierno había aprobado la ley de la memoria histórica. Y en uno de sus absurdos pensamientos, acertó a señalar que ella también quería una ley similar; una ley que impidiera que todas las personas que habían sido importantes para ella, la olvidaran.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Las células grises

El cerebro tiene aproximadamente 15 mil millones de neuronas. Los expertos aseguran que a partir de los 30 años, las neuronas comienzan a morir y por eso es necesario empezar a ejercitar las que van quedando.

Por otra parte, cientos de estudios revelan que las principales causas para perder neuronas de forman no natural son: los golpes en la cabeza, las drogas y el alcohol. Aunque existen otras investigaciones que desmienten que el alcohol sea tan perjudicial, las grandes instituciones sanitarias mantienen que el cerebro se va vaciando a la vez que nosotros vaciamos nuestras copas.

Independientemente de las personas que tienen problemas con el alcohol, en cuyo caso la operación sería más compleja, se estima que en una borrachera aislada de un día concreto se pueden perder alrededor de 9 millones de neuronas de golpe. Asimismo, neurólogos y neurocirujanos han concluido que para generar un pensamiento, son necesarias algo más de 4 millones de neuronas.

Estableciendo una simple operación, resuelvo que ayer perdí dos pensamientos o hice dos cosas sin pensar. Qué grandes son las ciencias exactas.

domingo, 23 de marzo de 2008

Decálogo. Marca de la casa

Hace mucho tiempo que no incluyo uno de estos decálogos marca de la casa. Bueno, pues ahí va. Éstas son las cosas de las que me he dado cuenta últimamente.

1. Si entras en un bar cuya puerta muestra un cartel de “prohibido escupir”, no encontrarás nada bueno dentro.

2. El cliente siempre tiene la razón, a menos que el cliente sea gilipollas.

3. El ingeniero que ha diseñado las reformas de la autovía A-30 debe cambiar de camello urgentemente.

4. Hay verdaderos expertos en sociología post-modernista conduciendo taxis en la ciudad.

5. Las hojas de un periódico se pueden utilizar para limpiarse el culo y para envolver el pescado, pero no la misma hoja para las dos cosas.

6. Hay hombres que piden ayuda a mujeres para empujar el coche cuando no arranca. Eso sí que es igualdad de oportunidades.

7. Hay un parking en Murcia al que entras y no puedes aparcar en el hueco que tú quieres. Bueno, te dejan si te peleas con “parkingnero” y le llamas de fascista para arriba.

8. He descubierto el auténtico placer del cotilleo, aunque no viendo los denominados programas rosas. Los mejores chismes se encuentran en un despacho de abogados.

9. A veces la compañía que surge de modo espontáneo, puede ser la mejor compañía.

10. No te planteas que trabajas mucho hasta que ejerces tu labor profesional mientras comes.

viernes, 21 de marzo de 2008

Réquiem

Si hay algo que me gusta de la Semana Santa es su banda sonora. No me refiero a las marchas procesionales ni a las saetas, sino al réquiem. En estos días, donde quiera que haya un crucificado, hay una orquesta y/o coral interpretando este tipo de música.

La música de réquiem es maravillosa. La única pega que le veo es que, cuando te la vayan a cantar a ti, no podrás disfrutarla. Tampoco es algo que puedas oír con asiduidad, quizá sólo en determinados conciertos muy puntuales y en los días actuales, en los que se celebra la pasión y muerte de Cristo. Ya apenas se interpreta en los funerales y es una lástima que estas obras tan hermosas como específicas estén desapareciendo de nuestros ritos tradicionales.

Es injusto lo que sucede con este tipo de música. Yo, en mi afán de investigación, he conseguido que varias personas escucharan piezas de réquiem sin informarles de qué se trataba. Los sujetos de estudio han disfrutado de las obras, he incluso han alabado sus melodías. Justo después, les he comunicado que se trataba de música de funeral y sólo entonces, les ha desagradado. He aquí una importante muestra de lo que los tabúes sociales consiguen hacer con nuestro criterio.

Escucho música de réquiem con asiduidad, claro que no suelo decirlo cuando me lo preguntan, porque la mayoría de la gente lo considera algo extraño. Tampoco creo que se puedan controlar los sentimientos que te producen ciertas melodías. Qué le vamos a hacer si a algunos, los cantos a la muerte nos sosiegan el alma. A veces tengo la impresión de que a muchas personas, los prejuicios les impiden disfrutar de cosas hermosas. Me voy al enésimo concierto de réquiem de esta Semana Santa :)

martes, 18 de marzo de 2008

El ataque de los clones

Mi querida María volvía a llegar tarde. No sé cómo, después de tantos años, sigo sin escarmentar y continúo siendo tan puntual como el primer día. La suerte es que habíamos quedado en un sitio céntrico donde pasa uno, pasa otro, y la mayoría del tiempo de espera se invierte en saludar gente.

Y allí estaba yo esperando cuando, entre saludo y saludo, se arremolinan a mi lado tres jovenzuelas de unos 14 años. En lo primero que me fijé fue en que una de ellas lloraba desconsoladamente mientras, entre sollozos intentaba contar algo a sus amigas. Desde el primer momento era consciente de lo feo que resulta cotillear conversaciones ajenas, pero no pude evitarlo. Miré fijamente la escena y afiné el oído para intentar averiguar por qué lloraba esa chiquilla.

- Jo, tía, es que es muy fuerte.
- Pero, ¿qué ha pasado?
- ¿Que qué ha pasado? No me digas que no te has dado cuenta.
- Darme cuenta de qué, tía.
- Pues que Sergio no me ha mirado en toda la tarde, tía…

Me distraje unos segundos de la conversación para fijarme en aquellas tres muchachas. Eran exactamente iguales. Tenían la misma talla y estatura, el mismo color y corte de pelo y además, lucían el mismo peinado: flequillo enganchado con una horquilla a modo de tupé. Las tres lucían pantalón vaquero de la misma marca, botas negras por encima del pantalón y camisas negras con una chaqueta de lana blanca encima. Se diferenciaban ligeramente por los complementos, pues cada una de ellas llevaba pendientes, collares y pulseras de distinto color. Aún así, el parecido era realmente sorprendente. Tras analizar las similitudes, volví a prestar atención a la conversación.

- Tía, estoy toda la tarde lanzándole indirectas y nada.
- Jo, pues ni me había dado cuenta. Pero no llores más, tía.
- Además, ha estado toda la tarde mirándote a ti.
- Qué dices tía, eso no es verdad
- Qué sí, que yo creo que le gustas tú.

En ese momento me sentí tentada a dirigirme a la chiquilla que tanto lloraba. Le hubiese dicho que no tenía de qué preocuparse, que seguro que al tal Sergio le gustaba ella, pero que debería darle un tiempo para poder distinguirla de sus dos amigas; los adolescentes son lentos de reflejos y ellas no se lo estaban poniendo fácil. Al final me callé porque pensé que quizás a Sergio no le gustase ninguna. Puede que en el fondo fuese un chico sensato y buscara para compartir sus momentos a alguien con un poquito de personalidad.

domingo, 16 de marzo de 2008

Queridas almas errantes...

Antes de nada, pido disculpas por mi ausencia. Últimamente tengo tantas cosas que hacer que me siento como el fontanero del Titanic. El caso es que hoy que he sacado un hueco, quería escribir sobre alguna que otra cosilla que tenía en mente, pero creo que es un buen momento para recapitular y sobre todo, para agradecer.

Quiero daros las gracias, queridas almas errantes, por pasar por aquí. Cuando comencé a escribir este blog lo hice sin ninguna pretensión. Siempre he sido una persona muy extrovertida, pero me ha costado horrores expresar mis sentimientos. A menudo procuro no decir lo que pienso o siento porque me siento muy distinta a cuantos me rodean. Esta conducta ha sido infinitamente criticada por las personas que me aprecian, pero a menudo evito poner en común ciertos pensamientos, quizá por un miedo tonto que arrastro desde que tengo uso de razón. El caso es que muchas personas me hablaban del blog como terapia para no autocensurar pensamientos. Y así comenzó todo...

Con el paso del tiempo me vengo concienciando de que quizá mi forma de sentir y de ver la vida no sea tan censurable como yo siempre he pensado. Y eso os lo tengo que agradecer a vosotros, que día tras día me hacéis sentir como una persona querida y sobre todo, comprendida. Jamás pensé que este blog sería leído por tanta gente. A veces eso me asusta, pero he de reconocer que aquí me siento bien, me siento cómoda y de nuevo, es gracias a vosotros.

Una vez más os doy las gracias por vuestros comentarios. Una vez más, le digo a quien llega aquí por primera vez que se ponga cómod@ porque este blog es su casa. Una vez más os mando Besis y, por si acaso, una vez más...

miércoles, 12 de marzo de 2008

Alta fidelidad

La MTV, que últimamente emite unos reality shows que dan hasta picores, ha puesto en marcha un nuevo programa. La criatura se llama “The x Effect” y no tienen nada que ver con los desodorantes ni demás productos de higiene personal. La fórmula es tan cruel como sencilla. Se encierra en un hotel, blindado de cámaras, a una ex pareja. En un chiringuito contiguo se sitúan las actuales parejas de cada miembro. Desde allí, visionan todos y cada uno de los movimientos del reencuentro de la pareja.

Ahora yo me pregunto, ¿quién se presta a ese tipo de programas? Siempre he creído que hay que tener algo de mala leche para hacerle eso a tu novi@. Tres cuartos de lo mismo pienso de las famosas bromitas radiofónicas donde se incita a la pareja a quedar con un desconocido de voz sensual. Me resisto a pensar que se pueda querer a una persona y hacerle eso. Aunque sólo sea por amor propio ya que, si pican, tú también quedas bastante mal. Yo no lo haría ni por amor propio ni ajeno, sino porque me parece una falta de respeto a la persona con quien compartes tu intimidad. Y es que la palabra intimidad es el quid de esta cuestión para mi gusto. Siempre he mantenido que lo que hagan dos personas no le incumbe a nadie más y, si hay algún problema, tiene que ser solucionado entre ellos. Este tipo de programas lo único que consiguen es quemar a quien juega con fuego.

martes, 11 de marzo de 2008

Nos vemos en el Messenger

Pasaba esta mañana por los alrededores de mi instituto. Cuando entro en un círculo de metros prudencial, se me activa el chip del recuerdo. Miro de reojo cada esquinita de esa plaza, cada banco, cada piedra, cada barandilla. El lugar continúa plagado de estudiantes. Pienso que algunos de ellos recordarán qué andaban haciendo ese día cuando, años después, caminen por allí. Mientras mis retinas tintaban la escena de color sepia, escuchaba con atención la despedida de un grupo de muchachas. “Bueno, esta tarde nos vemos en el Messenger”, decía una de las jovenzuelas. El resto asentía mientras agitaban sus manos y comenzaban a alejarse.

A mí me daba la risa. Cuando nosotras nos despedíamos, quedábamos a la tarde en una cafetería (si teníamos pasta), en la biblioteca (si era época de exámenes) en el instituto (si esa tarde tocaba actividad extraescolar), en cualquier parque (si decidíamos ir a patinar), en alguna plaza de la ciudad (si lo único que teníamos eran ganas de pasar el rato y vernos) o simplemente para pasear.

Personalmente se me hace muy duro escuchar eso de “nos vemos en el Messenger”. Primero, porque pienso que eso no es verse y segundo, porque para mí el Messenger es una herramienta cuasi exclusiva para hablar con gente que está lejos o que no puede moverse de su “punto de conexión”. Lo que no concibo es tener una relación grupal de ese modo. Me da pena porque es ley de vida que esos hermosos grupos de instituto se rompan más adelante por circunstancias de la vida: emparejamientos, cambios de residencia, etc. y me da la impresión de que los juvenzuelos de ahora se pierden muchas cosas, cosas que nosotros sabíamos muy bien aprovechar.

Después de todos estos pensamientos, no me ha quedado más que sentirme viejuna pero de manera incoherente. No hace tantos años que yo me despedía de mis amigas en esas mismas circunstancias. Aún así, por todo lo expuesto, me da la sensación de que han pasado siglos.

lunes, 10 de marzo de 2008

Un Remix

Antes de nada, os agradezco a todos que os hayáis preocupado por mi salud y me hayáis mandado tan bonitos mensajes de deseo de recuperación. Son ustedes adorables. También quiero hacer un poco más visible el ofrecimiento de mi querida Verónika. Su minina será mamá en breve e invita a quien desee un lindo gatito a ponerse en contacto con ella. Podéis dejarle un mensaje por aquí, si queréis solicitarle un animalillo.

En este fin de semana se han sucedido un cúmulo de acontecimientos. Resulta obvio que se podría escribir mucho sobre cada uno de los temas, pero tampoco hay que vengarse de la humanidad. En esta ocasión me quedo con un resumen de cada uno de los eventos a modo de diálogo. Transmito pues la conversaciones (ajenas y propias) que pueden resultar valiosas como documento testimonial de la intensa jornada informativa.

Conversación 1.

- Qué jornada de reflexión ni qué leches. Hoy es el día de la mujer trabajadora.
- Felicidades a todas. Chicos, vámonos a casa y que trabajen ellas. Deben disfrutar de su día.

Conversación 2.

- Hemos mandado al gilipollas a Eurovisión.
- Tranquila, no es el primer gilipollas que mandamos.

Conversación 3.

- Ha ganado Zapatero.
- Dios mío, qué pesadilla.
- ¿Tú votaste a Rajoy?
- No coño, es que no aguanto 4 años más la polémica del trasvase.

Y ahora unos minutos musicales por cortesía de Windows XP.

viernes, 7 de marzo de 2008

Decálogo de un catarro

Mis disculpas por tener abandonaditos los ciberespacios, pero he estado un tanto regulera estos días. Aún así, he aprovechado las jornadas de antibióticos, termómetros y pañuela-pañuelae para hacer un decálogo de cosas de las que me he dado cuenta en el transcurso de la baja involuntaria. Ahí vamos.

1. Cuando tienes 40 de fiebre, te sientes como un gusiluz. Incluso en una ataque de lucidez (malinterpretado) puedes llegar a preguntar si se te ilumina la carita.

2. En un ataque de delirio provocado por la fiebre, puedes llegar a hablar una mezcla de dialecto cantonal del cirílico y del sánscrito, ¿por qué no crear una lengua nueva aprovechando el momento? Seguro que Tolkien lo hizo así.

3. Lo mejor de todo esto es que te llegue un mensaje al móvil cargadito de improperios, como estás alucinando no le haces ni caso. Es más, hasta te puede dar la risa.

4. Entre que aparecen los síntomas y acudes al médico, tiene lugar lo que yo denomino el “Gran prix de la automedicación”. Y es que todo el mundo te sugiere algo para ponerte estupenda en el menor tiempo posible. Al final, yo lo que hago ir al médico que al fin y al cabo, cobra por estas cosas.

5. Es una putada que cuando tas malito, te hagan de comer y cosas que te gustan. Total, qué más me da que sea un asado o un cartón, saben a lo mismo.

6. En la consulta del médico, parece que estás jugando al quién es quién.
- ¿Cuáles son sus síntomas?
- Fiebre y tos seca.
- Vale, entonces clamoxil.
- La verdad es que también me duele el cuerpo.
- Vale, entonces va a ser toseína.
- Oiga, que además lleva bigote…
- Entonces va a ser un señor de Cuenca.

7. Cuando estás resfriado te sientes como un auténtico leproso. “No me acerco, que me lo pegas”, “a dos metros, que me contagias”. Jo, seguro que los familiares y amigos de Annibal Lecter eran más cariñosos con él.

8. Cuando tienes que guardar cama eres capaz de ver absolutamente todo lo que ponen en la tele. Fíjate que ahora mismo conozco todos los productos que venden en la teletienda… y puede que hasta comprara alguno...

9. Los de la biblioteca Regional no tienen alma. Me arrastro como puedo a devolver los libros con dos días de retraso y me multan. Gente mala, mala gente mala!! Ains, como se me lleven el libro que necesito, pienso irme un día a desordenar estanterías!! (yo también puedo ser muy mala cuando quiero).

10. Conversación con la encargada de personal de la empresa:
- Vale, yo mañana voy a trabajar, pero puede que muera.
- En tal caso, te haremos una esquela muy bonita y te saldrá gratis.
- Pues es todo un detalle, sí señor.

lunes, 3 de marzo de 2008

Matar en el nombre del arte

Guillermo Habacuc Vargas es uno de esos artistas que promulgan un tipo de arte apreciado por algún que otro enfermo e incomprensible para la mayoría. He visto verdaderas salvajadas en estas "performances" artísticas que tan en voga están hoy día, pero lo de este señor no tiene nombre.

El "artista" expuso el año pasado en una muestra latinoamericana su "obra", que consistía en atar a un perro a una pared y dejarlo morir de inanición ante la atenta mirada de los visitantes. En Youtube hay un vídeo con las imágenes de la "performance", pero yo no he podido verlo (si alguno tiene más estómago que yo, que lo busque por el nombre del autor).

Parece ser que la "obra" tuvo tanto éxito que le han pedido a Habacuc que la repita este año. Así pues, el "artista" está invitado a terminar con la vida de otro animalillo en nombre del arte.

La cibercomunidad ha publicado un blog para denunciar esta salvajada. En él veréis algunas imágenes de la "performance" del año pasado. Yo las he pasado de refilón porque estas cosas me dejan el alma mustia.

Del mismo modo, se ha habilitado una petición de firmas para impedir que este señor desarrolle su "obra" en la exposición artística de este año. No sé si realmente estas firmas sirven para algo, aún así yo he dejado la mía.

Poco más que añadir, sólo recordar que no todo vale, ni siquiera en nombre del arte.

viernes, 29 de febrero de 2008

Espiral

Hay gente que vive en un círculo del que no sabe salir. Otros, lo hacen sobre las perfectas líneas que trazan los cuadrados. Algunos, los más puntiagudos, se encierran en un triángulo y van recorriendo los tres lados en perfecta simetría, pero en distinta angulación, según el momento. También los hay de poliedros, pero esos son los menos.

Yo particularmente vivo en una espiral. Vivir en una espiral es realmente jodido porque todo se repite cíclicamente: los hechos, las personas, los sentimientos, las ilusiones y las frustraciones. La diferencia con el círculo es que con la espiral tienes durante un corto periodo de tiempo la sensación de que has salido de ahí, pero esa sensación no es real. A veces la espiral se estrecha y te asfixia, otras veces se ensancha y te deja respirar, pero aunque parezca que estás en una geometría distinta, siempre estás ahí, encerrado entre sus bucles, engañado por una ilusión óptica, si es que después de dar tantas vueltas todavía te queda algo de ilusión.

A veces intentas tomar impulso y salir, pero sólo consigues que la espiral se deforme momentáneamente, otras veces simplemente te dejas arrastrar por el sinuoso camino que te marca. Supongo que cada vez me sienta peor tomar conciencia de la realidad, aunque la verdad es que nunca se me dio bien la geometría.

miércoles, 27 de febrero de 2008

El punto G. Ese gran desconocido

Para que veáis que todavía queda gente que jamás ha oído hablar del punto G. He de agradecer el descubrimiento de este documento a mi madrileño más favorito. Un besis corason!!!

lunes, 25 de febrero de 2008

Coherencia... ¿Cohe lo qué?

Mientras vosotros veis el debate (oh my god, de qué hablaré mañana en el trabajo) voy a aprovechar para hacer una reivindicación un tanto personal sobre la coherencia interna de algunas publicaciones.

Me vengo a referir a esos suplementos que adjuntan los diarios los sábados, dedicados especialmente a las mujeres. La ubicación de estas publicaciones está estratégicamente decidida, ya que se ha comprobado que el sábado es el día en que las mujeres compran más la prensa. No me gustan este tipo de revistas, aún así, hace un par de semanas abrí una por curiosidad antropológica y esto fue lo que encontré en el mismo ejemplar.

1. Carta premiada: una chica relata que no encuentra ropa de su talla porque tiene unos kilitos de más. Crítica al suceso por parte de la seleccionadora de cartas.

2. Sección de sociedad: una redactora escribe una columna sobre las actrices de Holliwood que han cogido peso y las anima a apuntarse a un gimnasio.

3. Sección de psicología: que no te incomoden esos kilos de más. La belleza está en el interior.

4. Sección salud: dietas hipercalóricas para perder peso.

5. Consultorio: una chica escribe una carta explicando cómo su sobrepeso le acompleja. Las especialistas le aseguran que no tiene por qué preocuparse.

6. Sección de ciencia: liposupciones seguras para moldear la silueta.

Repito que todas estas secciones las encontré ubicadas en el mismo número de la revista. Tras cerrarla pensé que ojalá las lectoras no hiciesen mucho caso a los contenidos de esa publicación. Al fin y al cabo incitan a una cosa muy clara: la esquizofrenia.

viernes, 22 de febrero de 2008

Historias patéticas III

He llegado el momento de trasmitiros otra de las historias patéticas de mi vida. Os aseguro que todos los escritos que se engloban bajo este epígrafe están basados en hechos completamente reales, aunque a veces cueste de creer. Pero así es mi vida y con los años no sólo lo he aceptado sino que he desarrollado una serie de capacidades para tratar con seres surrealistas. Ahí va el suceso:

Como no, era verano y, como no, esperaba a mi querida María para dar una vuelta por las calles desiertas de la ciudad en la época estival. Solíamos quedar en una encrucijada de caminos entre mi parada del autobús y su hogar. Como siempre, mi querida amiga llegaba tarde. Enseguida noté la presencia de un hombre merodeando por las inmediaciones. En apenas unos segundos se había colocado a mi lado y había adoptado la misma postura que yo al sentarse. Se notaba algo desasosegado. Yo lo miraba con disimulo. Suspiraba y se lamentaba en voz alta, quizás esperando a que yo le preguntara algo, pero no lo hice. Entonces fue él quien se dirigió a mí.

- Perdona, ¿te puedo hacer una pregunta? Es que estoy un poco nervioso porque tengo una duda muy grande y no sé quién me la podría resolver. Y te he visto a ti que con esas gafas tienes cara de ser una persona inteligente y saber cosas y bueno… quería preguntarte si tu me podrías ayudar.

Lo primero que pensé es qué tendrían que ver mis gafas con mi inteligencia, pero ese hombre parecía desesperado por saber un dato que quizás yo tenía, así que le pedí amablemente que me planteara sus dudas. Reproduzco la conversación:

- Verás, es que me han contratado unos extraterrestres para coger pimientos.
- ¿Unos extraterrestres?
- Sí, unos extraterrestres. Necesitaban gente para recoger pimiento en el campo y he empezado a trabajar con ellos.
- Anda, ¿y de dónde son?, ¿y cómo son? Es que yo siempre he tenido curiosidad por saber cómo son los extraterrestres.
- No sé de qué planeta son. Son verdes y cabezones y tienen tres dedos en cada mano. Pero eso no es lo que me preocupa.
- Ahhh, entonces qué te preocupa.
- Bueno, es que me hacía falta el trabajo y ellos me lo ofrecieron. El caso es que ahora me da miedo por si se montan en su platillo volante y se vuelven a su planeta sin pagarme a fin de mes.
- Pero vamos a ver, buen hombre. ¿Le han hecho contrato los extraterrestres?
- Sí…
- ¿Y le han dado de alta en la Seguridad Social?
- Pues eso no lo sé.
- Mire, lo que tiene que hacer es revisar su contrato. Si está dado de alta en la Seguridad Social planetaria y está cotizando en la tierra, no se tiene que preocupar porque las instituciones de aquí se harán cargo de un subsidio en el caso de que los extraterrestres no le paguen. Si en el contrato observa que está dado de alta en el servicio sanitario de otro planeta, entonces tendrá que pedirle a los extraterrestres que le den una garantía de pago…
- Pues no había caído en mirar eso. Muchas gracias. Ya sabía yo que tú eras una persona inteligente. Me voy corriendo a casa a revisar el contrato. No sé cómo agradecértelo.
- Anda hombre, no hay por qué dar las gracias. Vaya a casa a mirar lo que ha firmado y no se preocupe.

Aquel hombre se fue corriendo como alma que lleva el diablo. Y yo... yo todavía lo estoy asimilando.

miércoles, 20 de febrero de 2008

De frikismos

El otro día me comentaban que una da las características que denota que uno es un friki, es que acumula toda una serie de productos sobre un determinado tema, obra artística, lugar o agrupación. Entonces me vi en la obligación de exponer a mis interlocutores la siguiente disyuntiva:

- Si acumulo todas las obras de la generación del 98 ¿que soy?
- Pues una persona culta, amante de la literatura.
- ¿Y si acumulo las obras que componen las crónicas vampíricas?
- Pues una friki.

Supongo que lo mismo ocurre con el cine. Si coleccionas merchandising de Lo que el viento se llevó, eres un amante del cine. Si haces lo propio con El señor de los anillos, ya pasas al nivel friki. Por esta deducción, personalmente me resulta más que complicado colgar la etiqueta, aunque algunos lo hagan al vuelo. A mí me da bastante igual cómo me denomine la población, pero me llama la atención la pequeña línea que separa a una persona culta y respetable de un ser extraño.

¿Qué es exactamente el autor de este vídeo?

lunes, 18 de febrero de 2008

Dos veces en la misma piedra

Me juré y perjuré que no volvería a trabajar otra vez de lunes a lunes... Estoy empezando a plantearme si uno puede ser hipócrita consigo mismo.

sábado, 16 de febrero de 2008

Cuando suena el despertador

He de reconocer que una de las cosas que más detesto es que suene el depertador por las mañanas. Y es que hay gente que piensa que dormir es una pérdida de tiempo, pero particularmente opino que es una de las mejores opciones para perder el tiempo que existen. Disfruto durmiendo y ahora que ando un poco insomne, echo de menos las placenteras noches de descanso. Aquí os dejo un decálogo de cosas que pienso cuando suena el despertador.

1. ¿Por qué yo?
2. Con lo bonita que es la canción que tengo de despertador y el asco que le estoy cogiendo. Qué manera más tonta de odiar la música.
3. Un día de estos tengo que probar a acostarme vestida y así, una cosa menos.
4. ¿Tazón de café o tostadas con red bull?
5. Maldita sea, voy a llegar tarde. Debería haberme acostado cuando salieron Los Lunnis.
6. ¿Cuánta gente se estará levantando ahora mismo?, ¿estarán todos tan cabreados como yo?
7. Dicen que 10 minutos de técnicas de meditación oriental es como dormir 1 hora... Necesito mínimo un par de técnicas.
8. ¿Y si voy mañana y hoy me quedo durmiendo?
9. Seguro que los ricos no madrugan porque ninguno tiene ojeras.
10. Por último están las combinaciones de minutos: 5 minutos más y luego le piso un poco, 5 minutos más y desayuno en el coche, 5 minutos más y no me peino...

miércoles, 13 de febrero de 2008

San Valentín F.M.

Estaba haciendo memoria hoy y me he dado cuenta de que, en mi corta carrera profesional, esta fecha tan señalada por algunos me ha pillado nada menos que tres veces trabajando en la radio. San Valentín en este medio se vive de una manera especial. La fecha toma tanto protagonismo que parece ser lo único importante de la jornada. Para empezar el programa del día de San Valentín son necesarias tres cosas fundamentales: el micrófono, los cascos y la Banda Sonora de Titanic.

Este día, como día especial, te deja programar toda una serie de secciones que jamás podrías incluir a diario, cosa que la creatividad personal agradece bastante. Aunque la jornada resulte más original, lo que no cambia es la retaila de chorradas tipo: hoy es un día especial; qué bonito es todo; qué sensación tan maravillosa; si estás enamorado, aprovecha para demostrárselo a tu pareja; si no lo estás, hoy es un buen día para enamorarse... etc. etc. etc. Y es que si los locutores se repiten más que el ajo casero, en San Valentín la cosa ya se desfasa y, aunque lo intentes, es difícil no caer.

Otra cosa buena es que el oyente tiene mucha más participación y a los que nos gusta eso del feedback, disfrutamos más que de costumbre. Mandan poemas, declaraciones de amor, dedicatorias... El problema es que los mensajes que se envían a la radio durante este día, suelen ser un tanto repetitivos. "Te quiero, cuki. Ponme la canción de Titanic".... "Quiero decirle a mi niño que lo quiero un montón. Ponme la de mai jar guil gou on"... "Cuki, eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. Ponme una de Camela"... Cuando llevas media hora así ya te da por pensar si todo el mundo llama cariñosamente "Cuki" a su pareja o si el tal "Cuki" es polígamo. Y por supuesto, no pudes dejar de lamentarte de que se hundiera el Titanic o, en su defecto, que no se hundiera antes. Lo que sea para que no hubiesen hecho la película.

La música es otro factor importante. Es el gran día de las baladas. Sinceramente con tres temas de bandas sonoras te puedes apañar: Top Gun, Gosth y como no, Titanic. Aunque lo que más te pide la audiencia es "una canción bonita" sin más señas. Claro, aquí te surge el dilema moral de poner una canción que tú consideras bonita, aún a riesgo de que tu jefe te haga tragar el micrófono, o poner... la de Titanic. En el fondo no me parece del todo mal dedicar una jornada a las baldas. Al menos durante un día te evitas escuchar regaeeton y similares.

Aunque esté despotricando mucho, he de reconocer que me ha encantado ser locutora en el día de San Valentín y que este año lo voy a echar de menos. Al fin y al cabo tu voz lleva un mensaje de amor a mucha gente, aunque tú realmente te sientas como una auténtica sujetavelas de cientos de personas.

Seria conclusión: cuando no estás enamorado, San Valentín es un día más. Cuando estás enamorado, San Valentín es todos los días.

martes, 12 de febrero de 2008

In-seguridad Social (Basado en hechos reales)

- Buenos días. Mi médico de cabecera me ha mandado al especialista. ¿Podría usted darme cita?
- Sí claro. Voy a consultar la base de datos.
- ...
- Tiene usted la cita para el 21 de mayo de 2008.
- Ahm... pero es que aquí pone que es urgente.
- Le he dado una cita urgente.
- Ya bueno, ¿y no podría adelantarla de ninguna manera?
- Si se encuenta usted muy mal, vaya a urgencias.
- Pero es que en urgencias me van a solucionar poco. Necesito la consulta de un especialista.
- El 21 de mayo de 2008 es la fecha más próxima.
- Pero es que de aquí al 21 de mayo...
- Su cita es el 21 de mayo de 2008... ¡Siguiente!
- Ehhh, bueno, muchas gracias.
- De nada. ¡¡Siguiente!!
- Oiga espere, y si me sale un alien del estómago, ¿me adelantarán la cita?
- ... ¿?
- Nada, olvídelo. Gracias de nuevo.
- De nada. ¡¡¡Siguiente!!!

domingo, 10 de febrero de 2008

Me he comido una oruga

Hará unos meses, mi perro amaneció con los ojos terriblemente inflamados. El pobre más que mirar, sospechaba. Llamamos corriendo al veterinario y nos dijo que posiblemente se habría comido una oruga peligrosa, pues el veneno de este insecto se manifiesta en los cánidos con una hinchazón de los párpados. Procedimos a ponerle algodones con manzanilla en los ojos, pero también se los comía. Con un poco de paciencia y mucho algodón, conseguimos que mi querido Ed dejara de sospechar.

Esta mañana, mientras me lavaba la cara, el espejo me devolvía una imagen similar. Mis párpados se encontraban terriblemente hinchados. Intentaba recordar cuándo me podría yo haber comido una oruga, pero no lo conseguí. Al final razoné que mi monstruosa apariencia se debía a lo poco y mal que duermo últimamente.

Recordé como tras cinco horas de insomnio conseguí conciliar el sueño. Me sumergí entonces en una de esas angustiosas pesadillas que interrumpes despertándote de forma sobresaltada. Segundos después, todavía con la respiración entrecortada, me situaba en la realidad y daba gracias de que todo fuese producto de mi malsano subconsciente. Tras beber agua y mirar el reloj, decidí darme una segunda oportunidad por ser hoy domingo. Un par de horas de desvelo más tarde, me sumergí en un maravilloso sueño donde me sentía absurdamente feliz por primera vez en mucho tiempo. En esta ocasión fueron los ruidos cotidianos de un hogar en fin de semana los que interrumpieron a mi subconsciente. De nuevo me desperté con la respiración entrecortada pero esta vez, me sentí realmente mal al tomar conciencia de la realidad.

Seguía arrojando agua helada sobre mis párpados marchitos, mientras analizaba mi tortuosa noche de descanso. Y por primera vez llegué a la triste conclusión de que en ocasiones es mejor tener pesadillas que sueños hermosos.

viernes, 8 de febrero de 2008

Momentos

En un determinado momento, no sé exactamente en cuál, eres consciente de lo mucho que lo vas a echar de menos cuando se termine. Supongo que esa sensación se produce cuando ves aproximarse el final. Simplemente te limitas a no contar los días porque parece que así no van a pasar. Hasta que llega la temida jornada definitiva y entonces, sin apenas tiempo para almacenar el último recuerdo, agolpas en tu mente todo lo vivido como miles de fotogramas que se atropellan en una sucesión imposible. Piensas que en un futuro lo recordarás y sonreirás, pero ahora estás en un extraño presente que te infunde una sensación de prematura melancolía. Han sido muchas cosas aprendidas, vividas y compartidas... muchas más de las que pensabas en un principio. De nuevo te invade esa horrible sensación de "vuelta a empezar" con una palpable certeza de que en esta ocasión, te va a costar más que de costumbre. Es en definitiva ese complicado periodo entre lo que se termina y lo que se recuerda.


miércoles, 6 de febrero de 2008

Tengo una debilidad...

Me dispongo a confesar una adicción de manera pública. Éste es un paso importante para mí porque es un problema que desde hace algún tiempo está empezando a preocuparme. Reconozco que me da vergüenza confesar esto y más teniendo en cuenta la cantidad de gente que se pasea por aquí últimamente, pero nunca he creído en los psicólogos y dicen que las penas con pan son menos. Así que, si os sentís familiarizados con el psicoanálisis, recibiré con sumo agrado las evaluaciones, sugerencias o consejos que queráis darme para poder superarlo. Bueno... ahí voy.

Tengo una enfermiza adicción por los cursos. Sí, sí los cursos. Al principio los hacía porque me interesaba el tema, porque tenía tiempo libre, porque quería ampliar conocimientos sobre una materia determinada... pero de un tiempo a esta parte siento que lo que empezó siendo un entretenimiento, se está convirtiendo en una malsana necesidad.

El caso es que mi agenda está más apretada que el sostén de una striper, pero aún así no lo puedo remediar. Ayer me llamaron para preguntarme si quería asistir a unos talleres y amablemente, le comuniqué a mi interlocutor que me lo pensaría, pues tenía bastante quehacer. Tras colgar, empecé a sentirme muy mal, tenía los mismos síntomas que un yonki con el mono. Miraba apresuradamente el teléfono y la agenda, y de nuevo el teléfono y de nuevo la agenda. Me repetía como voz de ultratumba: "no tienes tiempo, no tienes tiempo". Hasta que al final devolví la llamada impulsivamente para confirmar mi asistencia. Esto no sería preocupante si sólo tuviese que compaginar el citado taller con mi ya estresante rutina diaria, pero es que en el último mes me he apuntado a seis cursos más aparte de a éste.

De verdad que no sé qué mecanismo mental me empuja a este extraño abismo, pero he terminado por reconocer que tengo un problema. Maldita sea, ¿por qué no me cautivan los perjudiciales vicios del montón?


Aclaración sobre los premios

Vamos a ver. Mohikana me concedió el premio que está sobre el fondo blanco. Como norma, yo tenía que conocerder el mismo premio a 7 blogs que visitara con frecuencia. Como no quería restringir a sólo 7 blogs, me inventé con guasa, cachondeo y anarkismo el premio propio de mi blog. Así podría premiar a título personal a quien yo quisiera sin normas ni límites, e incluso gente que no tiene blog porque no tiene tiempo para hacerse uno y sólo comenta. Veo que algunos os habéis atribuido el galardón que está sobre el fondo blanco. A mí me da exactamente igual que os lo coloquéis. Sólo quiero que quede claro que la finalidad era destacar los blogs que normalmente visito, que si os dais cuenta son prácticamente los mismos que tengo enlazados. Dicho lo dicho, colocaros lo que queráis donde queráis, pero pido que no se me malinterprete, que todo está hecho de muy buena fe.

martes, 5 de febrero de 2008

And the winner is....

Esta entrada no va sobre los premios Goya, aunque aprovecho para felicitar a Roque Baños (murciano de la mismísima Jumilla) por su Goya a la mejor Banda Sonora.

El caso es que mi querida Mohikana me ha premiado en su blog. Ella tenía que elegir entre los blogs que normalmente visita y ha escogido el mío (te tengo dicho que no te pimples el orujo a media tarde). Quiero agradecerle el detalle más incluso que el premio. Me siento realmente afortunada cuando alguien se acuerda de mí para lo que sea. Muchas gracias bonica!!! Bueno, pues éste es el premio que me ha otorgado la galleguiña salerosa:


Yo ahora tengo que, según las instrucciones, otorgarle el mismo premio a siete blogs. Pero como soy tan macarra, he decidido crear mi propio galardón que no tiene ninguna notoriedad pero está confeccionado y otorgado con todo el cariño del mundo. Con ustedes... The Dark Sunrise Awards...


Este premio va dirigido a:

Ego: por comerse la llave del candado del diario y publicar sus devenires cotidianos.

Doc.jkl: por conseguir que las banalidades sean importantes.

Blackheart: por compartir sus sentimientos y vivencias de una manera tan especial.

Luna: por la sensibilidad de su blog y sus siempre agradables comentarios.

Ed.expunctor: por la calidad de sus relatos breves, aunque odie a los de mi especie (periodistae currantis).

Perelló: por ser siempre él, por todos los momentos (pasados y futuros) y por las almejas machas.

No name: por ser tan original, por currarse tanto las entradas y porque Conrado nunca apareció.

Mohikana: por su humano análisis de los sucesos cotidianos, por sus principios y por sus leyendas del norte.

Arol: por reivindicar con honra y orgullo la denostada figura del gótico friki.

Además, estos premios también van a título preventivo. Serán igualmente galardonados cuando se hagan un blog:

Verónika: porque escribe muy bien aunque ella no se dé cuenta y porque tiene una gran sensibilidad para plamar sus ideas y sentimientos.

El que no recuerda el loggin: porque sus reflexiones y anécdotas (sin excepción) son muy interesantes, porque tiene una visión de la vida tan optimista que da gusto escucharlo y porque es más salao que las sardinas.

Mi querido nómada: porque tiene muchas cosas que contar y compartir y porque algunas de sus reflexiones son dignas de incluirse en el patrimonio de la humanidad.

---- ÚLTIMA HORA----


La asociación de premios The Dark Sunrise ha decidido ampliar su selección de galardonados, según declaraciones de su presidente, que es un mono con una ballesta. El portavoz de dicha asociación no gubernamental pero con mucho ánimo de lucro ha confirmado que olvidó dos de los premios en la parte de atrás de la flagoneta y que por puro despiste no los pudo entregar. Por eso emplaza a las personas que a continuación se nombran a recoger sus premios en algún portal de la Gran Vía, ya que la gala de entrega se ha suspendido por una huelga a la japonesa de los ayudantes de iluminación.


Amayya: porque su blog es todo un cúmulo de experiencias cotidianas analizadas desde un punto de vista de lo más original y porque invita reflexionar en cada una de sus entradas.


Sátirablanca: porque en su blog incita a la concienciación social.


¡Enhorabuena a los premiados!

sábado, 2 de febrero de 2008

Su media naranja

Nos pasamos la vida buscando a nuestra media naranja. O al menos, eso es lo que nos han dicho que tenemos que hacer. Supuestamente la persona perfecta debe encajarte en tres niveles: el físico, el emotivo y el intelectual. Lo que es lo mismo, la persona perfecta debe gustarte físicamente, debe gustarte como persona y debe gustarte cómo piensa. Si logras conectar los tres niveles, estás claramente ante tu media naranja.

El problema es que es complicado encontrar una persona que te vaya como hecha a medida. A menudo encajamos en un solo nivel. Las parejas bien avenidas pueden incluso encajar en dos. Y los menos, ya se completan en todos los niveles. También nos han contado que una relación no se sustenta con un sólo factor de enlace, pero yo cada día veo más relaciones basadas en un único nivel.

En los tiempos que corren, indiscutiblemente el valor añadido está en el físico. Sólo hay que pensar en la cantidad de gente que conocemos que está con una persona simplemente porque está cañón, aunque le interese poco más de él o ella. Y existen relaciones que duran y perduran sostenidas en el frágil hilo de la estética. No quiero decir que sólo pase con esto. También se escucha lo de "no, si no es que no l@ quiera, pero es que es tan buena persona..."

Es obvio que cada uno le otorga más importancia a un factor determinado. Personalmente yo me dejo llevar mucho por lo del intelecto. Pero a menudo se me plantea una disyuntiva. No sé si lo de quedarnos a medio gas es por que realmente la teoría de la media naranja no es aplicable a la práctica o si es por mero conformismo.

Cuando me preguntan cómo sería mi chico ideal, no puedo evitar dividir mi respuesta en estos tres niveles. Si algún día se encajaran como por arte de magia, sería la misma leche.

jueves, 31 de enero de 2008

Duda existencial

¿Por qué los días sólo tienen 24 horas?

lunes, 28 de enero de 2008

Otra de murcianicos

En esta ocasión le dedico la entrada a mi querido Aga y él sabe muy bien por qué.

domingo, 27 de enero de 2008

Carnaval, Carnaval

Podría detenerme en explicar todo el sentido simbólico de esta fiesta, pero creo que lo que todo el mundo se pregunta en estas fechas es: ¿de qué me disfrazo? He de reconocer que desde que existe esto de Internet, es más fácil escoger un atuendo propio para la ocasión. De la red se pueden sacar millones de ideas. He recopilado algunos modelitos para que vayáis seleccionando vuestro uniforme carnavalesco. Que conste que todos los disfraces aquí expuestos no son sencillos de confeccionar ni siquiera son elegantes, pero os aseguro que con ellos, seréis la sensación de la fiesta. Veamos pues la colección...


¿Cómo se le puede hacer esto a Batman?


Éste me encanta. Dice: soy complicado pero no podrás dejar de jugar conmigo, ains.


Si te gustan las broncas, éste es tu disfraz. Tienes al menos un par de aguantazos asegurados.


Pero si te consideras un ser puramente escatológico, tendrás que decantarte por este disfraz. Estoy segura de que serás el centro de todas las miradas, sobre todo de las femeninas.


Para los que echan de menos las tardes en las salas de juegos recreativos... además te aseguras bromas con los temas: palanca + botones y por dónde meter la moneda.


Éste es idóneo para los amantes de la música, claro que necesitarás a un par de amigos.


Si lo tuyo son las series de televisión, te aconsejo que encarnes al personaje más entrañable de las animación actual.

Bueno, espero que esta entrada le haya servido a quien ande sin ideas para el carnaval. ¡Que lo paséis muy bien!

viernes, 25 de enero de 2008

100% etiqueta

Resulta curioso cómo tenemos la constante necesidad de etiquetar a la gente. Según los eruditos de la sociología, ésta es una de las peculiaridades de la sociedad en la que vivimos. Quizá sea de manera inconsciente, pero necesitamos encuadrar a nuestros conocidos en secciones: ya sea por tribu urbana, por geografía, por ideología religiosa o política o por los más simples clichés: el gracioso del grupo, el bohemio, el responsable, el raro...

La ubicación del personal se basa en una triste reducción de esquemas. Pero no es una reducción de esquemas lógica sino social. Cuando nos presentan ante desconocidos, unas cuantas etiquetas de éstas servirán para definirnos. Por supuesto, cuanta más amistad o grado de afinidad, más variadas serán las etiquetas que nos describan. Personalmente me hace gracia imaginar cómo nuestro entorno se convierte en una despensa donde le vamos poniendo un nombre a cada tarro y lo colocamos en una estantería determinada.

El problema es que, aunque existan unos estándares establecidos, en las etiquetas complejas las definiciones de una a otra personas pueden variar. Con esto pasa un poco como con los sustantivos sensoriales; el amor, la amistad, el odio... aunque aparezcan escritos en el diccionario con una definición concreta, cada uno tiene un concepto personal de lo que son. Realmente me resulta curioso cuando una persona presenta bajo una determinada etiqueta y el desconocido sale por peteneras. Véase el siguiente caso:

- Conocido etiquetando:"mi amiga fulanita es gótica"
- Desconocido recibiendo la etiqueta: "anda, ¿entonces se quiere suicidar?"

Supongo que aquí ya entran en juego diversos factores como los estereotipos o la cultura que posea cada uno. También cabe destacar a ese tipo de personas que cuando te colocan una etiqueta, no te la quitan ni con agua caliente. Éstas personas son capaces de estar a tu lado años y un buen día decirte: "me sorprendiste el otro día cuando hiciste (sirva cualquier ejemplo), no pensaba que eras tan (sirva cualquier otro ejemplo)". Y claro que se sorprenden porque te han puesto un cerco mental del que te has salido sin previo aviso ni petición.

Lo cierto y verdad es que, desde hace algún tiempo, he observado con atención a mi alrededor para obtener conclusiones. He logrado percibir que cuando la gente no consigue etiquetarte, se pone un tanto nerviosa. Yo precisamente soy de esas personas un poco inclasificable y muchos de mis amigos me han manifestado el desazón que eso les produce. Reconozco que en ocasiones yo también caigo en el perverso juego social y necesito etiquetar. Lo mejor va a ser recurrir al cine y exclamar: ¡moriremos sin las etiquetas puestas!


miércoles, 23 de enero de 2008

La ruta natural

Hoy toca descansar de darle a las teclas, pero no por ello vamos a dejar de reflexionar (que sé que os gusta, viciosos). Si tenéis exactamente 9.30 minutos, echadle un vistazo a este cortometraje. Os aseguro que merece la pena. Aparte del mensaje que es acojonante, quien disfrute ante una buena realización, se puede hasta emocionar. Espero que os guste.


martes, 22 de enero de 2008

Historias patéticas II

Hay gente que tiene un don innato para ciertas cosas como encontrar aparcamiento, tocar un instrumento de oído o hacer punto de cruz. Yo tengo un don innato para atraer a gente extraña. Ya dije en este blog que bajo el epígrafe "Historias patéticas" podría recrear todo un serial, siempre basado en hechos reales. Hoy me apetece contar uno de los extraños sucesos que me ocurren con más frecuencia de lo que desearía.

Era un sábado por la noche de agosto. Mi querida María y yo, que jamás hemos sabido qué es eso de vacacionar, nos disponíamos a dar una vuelta por la apagada ciudad. Como suele suceder por esas fechas, todos los bares estaban cerrados. Tras dar 200 vueltas para comprobar si había algún garito abierto, aunque fuera para jugar al dominó con la tercera edad, nos dimos por vencidas. Pero teníamos un cuerpo de jota que no nos lo aguantábamos, así que nos montamos en el coche y nos dispusimos a viajar hasta una indeseada aglomeración de bares situada a unos cuantos kilómetros de la ciudad.

Llegamos con relativa suerte y, como no conocíamos ningún bar de aquella zona, acordamos entrar por la primera puerta que encontrásemos abierta. Y así hicimos. Aparecimos en una discoteca repleta de menores de edad que se habían metido en el cuerpo más gramos de cocaína que años habían cumplido. En dicho local sólo pinchaban reggaeton y ponían garrafón en tal cantidad que hasta el cristal del vaso se derretía. En la hora que permanecimos en aquel antro me abordaron dudas existenciales: pensé que si la justicia divina acordaba que había sido una mujer perversa el día del juicio final, me mandarían a ese bar para el resto de mi eternidad.

Cambiamos de local y nos fuimos a otro que no pintaba mucho mejor. Fue en ese lugar donde tuve mi experiencia extrasensorial. Se me acercó un muchacho y empezó a decirme tonterías. Como pasaba de él me agarró y me dijo: "Mira niña, me has dejado loco. Tengo algo que proponerte. Yo tengo unas tierras por aquí y me estoy haciendo una casa. Te puedes venir a vivir conmigo. Claro que no estaríamos solos. Estoy divorciado y tengo tres hijos. En cuanto estemos viviendo juntos, le pienso quitar la custodia a la zorra de mi ex-mujer... Te voy a poner la cocina a tu gusto para que estés toda la mañana entretenida haciéndonos de comer a mí y a los niños. Y si te portas bien, te voy a dar todos los meses 300 euros para que te compres cosas bonitas. ¿Qué me dices?..."

Apenas podía articular palabra después de lo que acababa de escuchar. Por suerte, a mi querida María y a mí nos sobra un gesto para entendernos, así que me agarró con premura y salimos de aquel antro echando mistos con la excusa de que nos estaban esperando no sé dónde. Nada más salir, mi querida acompañante me preguntó que qué había pasado pues, parece ser, andaba más blanca de piel de lo habitual. Yo quería contarle lo que aquel individuo me había propuesto, pero sólo pude exclamar una frase:

¡¡¡¡Atiende el gañanazo!!!!