lunes, 31 de marzo de 2008

Música para la espera

Algunas compañías de telefonía móvil comercializan un servicio para sustituir los tonos de espera de la llamada por música. Así pues, cuando llamas a alguien, en lugar de escuchar el “piiii, piiii, piii…” de toda la vida, te suena el temazo del momento y así, dicen, la espera se hace más entretenida.

Cuando llamas a personas que tienen contratado este servicio, encuentras de todo: canciones que ponen de los nervios, otras que resultan indiferentes y algunas que son un verdadero placer para los conductos auditivos. Recuerdo cuando tuve que llamar al señor Alcalde de un pueblo manchego, en cuyo Ayuntamiento habían sufrido un desagradable percance ocasionado por un tránsfuga. Como a mí estos temas me agobian bastante, marqué el teléfono pensando muy bien qué preguntar y cómo. Cuál fue mi sorpresa cuando, una vez establecida la conexión de líneas, escucho: “yo soy tu gatita, tu gatita… aráñame el corazón” y ya cuando descolgó el hombre a mí me dio la risa, cosa que hizo que la tragedia se volviese más trágica.

Yo siempre he querido contratar este servicio, pero soy incapaz de escoger una canción. Supuestamente no debería seleccionar un tema que me guste a mí, porque yo no me llamo a mí misma. Por lo tanto, debería contratar una canción que le gustase a quienes me llaman. Pero ¿cómo ser diplomática con los gustos de todos? Supongo que lo ideal sería reunir a todas las personas que tienen mi número y que ellos la decidieran, pero ¿y si escogen una canción que yo detesto? Además, si me llama alguien que no me conoce, puede establecer toda una serie de prejuicios en función de lo que escuche en ese momento, cosa que hace más compleja la elección. En fin, creo que no estoy preparada para esta tecnología.

viernes, 28 de marzo de 2008

Ley de la Memoria Histórica

“Tía qué fuerte, es universitario”, le decía a sus amigas en el recreo del instituto. Ella tenía 16 años. Él tenía 22. Lo curioso es que apenas podían verse. Él estudiaba en una ciudad lejana y los fines de semana, ella tenía que estar en casa cuando él decidía salir. Aún así, a veces él se marchaba antes de casa para verla un rato. La otra mitad de las veces, ella era recluida el fin de semana siguiente por llegar tarde a casa, así que lo veía menos si cabe. No tenían que quedar, pues siempre se encontraban en el mismo bar de la ciudad y a la misma hora. El acuerdo era perfecto porque antes sólo se podía llamar a casa y nada más pensar quién podía descolgar el teléfono, ya resultaba incómodo.

A ella le bastaban los minutos que compartían cada 2 fines de semana para sentirse feliz. Él se deshacía en detalles con aquella niña que se llenaba la cara de purpurina. Aún hoy, ella no sabe muy bien por qué ese chico se empeñó en hacerla feliz y está segura de que él tampoco sabría responder. La noche era larga y para él comenzaba cuando ella, con el alma quebrada en dos al pensar qué haría su romeo en su ausencia, cerraba la puerta del bar de las sonrisas para marcharse a casa, camino de su nuevo castigo. Aún recuerda el día en que él apareció con una preciosa chica rubia. Se la presentó educadamente y ella se quería morir. Ambas comenzaron a hablar sobre él y se medían en un pulso por alabar las excelencias del muchacho. La tragedia concluyó cuando la chica de los cabellos dorados exclamó que su hermano era un sol.

Y aquello siguió como siguen las películas de incierto final: ni para alante ni para atrás. Claro que ella era feliz interpretando el papel del guión que le habían dado. No se sabe cómo ni por qué, pero el tiempo los fue distanciando y ya apenas se veían. Sólo fugaces encontronazos nocturnos y creo que un par de veces se cruzaron por la calle. Cosas que pasan. Luego él desapareció del mapa, luego ella, luego él de nuevo, y así fueron pasando los años.

El otro día, ella se volvió a cruzar con él en un bar. Por un instante recordó cómo amaba cuando aún no tenía podrido el corazón. Y le invadió tanta esperanza que se apresuró a abrazarlo de nuevo, quizá con la vaga ilusión de volver a sentirse, aunque fuese por un segundo, como cuando vivía en el país del algodón. Pero él no la recordaba. Tuvo que notar la desilusión en su cara, esta vez sin purpurina, porque comenzó a divagar y a sentirse incómodo. Hasta que algo después, y sin ayuda de ella, que de repente había enmudecido, recordó quién era la, ya mujer, que tenía delante. Entonces mantuvieron una conversación un tanto por compromiso y él le presentó a una preciosa chica rubia, que en esta ocasión exclamó que su marido era un sol.

Volvió al rincón más oscuro de aquel oscuro bar y notó como su corazón se secaba un poquito más. En el fondo se alegraba por él y en el fondo sabía que no podía culparlo de no recordarla. La explicación no se encontraba en los años transcurridos, sino en que para ella fue su primer casi todo y para él sólo fue un juego de juventud. Entonces miró a la barra del bar y leyó en un periódico que el gobierno había aprobado la ley de la memoria histórica. Y en uno de sus absurdos pensamientos, acertó a señalar que ella también quería una ley similar; una ley que impidiera que todas las personas que habían sido importantes para ella, la olvidaran.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Las células grises

El cerebro tiene aproximadamente 15 mil millones de neuronas. Los expertos aseguran que a partir de los 30 años, las neuronas comienzan a morir y por eso es necesario empezar a ejercitar las que van quedando.

Por otra parte, cientos de estudios revelan que las principales causas para perder neuronas de forman no natural son: los golpes en la cabeza, las drogas y el alcohol. Aunque existen otras investigaciones que desmienten que el alcohol sea tan perjudicial, las grandes instituciones sanitarias mantienen que el cerebro se va vaciando a la vez que nosotros vaciamos nuestras copas.

Independientemente de las personas que tienen problemas con el alcohol, en cuyo caso la operación sería más compleja, se estima que en una borrachera aislada de un día concreto se pueden perder alrededor de 9 millones de neuronas de golpe. Asimismo, neurólogos y neurocirujanos han concluido que para generar un pensamiento, son necesarias algo más de 4 millones de neuronas.

Estableciendo una simple operación, resuelvo que ayer perdí dos pensamientos o hice dos cosas sin pensar. Qué grandes son las ciencias exactas.

domingo, 23 de marzo de 2008

Decálogo. Marca de la casa

Hace mucho tiempo que no incluyo uno de estos decálogos marca de la casa. Bueno, pues ahí va. Éstas son las cosas de las que me he dado cuenta últimamente.

1. Si entras en un bar cuya puerta muestra un cartel de “prohibido escupir”, no encontrarás nada bueno dentro.

2. El cliente siempre tiene la razón, a menos que el cliente sea gilipollas.

3. El ingeniero que ha diseñado las reformas de la autovía A-30 debe cambiar de camello urgentemente.

4. Hay verdaderos expertos en sociología post-modernista conduciendo taxis en la ciudad.

5. Las hojas de un periódico se pueden utilizar para limpiarse el culo y para envolver el pescado, pero no la misma hoja para las dos cosas.

6. Hay hombres que piden ayuda a mujeres para empujar el coche cuando no arranca. Eso sí que es igualdad de oportunidades.

7. Hay un parking en Murcia al que entras y no puedes aparcar en el hueco que tú quieres. Bueno, te dejan si te peleas con “parkingnero” y le llamas de fascista para arriba.

8. He descubierto el auténtico placer del cotilleo, aunque no viendo los denominados programas rosas. Los mejores chismes se encuentran en un despacho de abogados.

9. A veces la compañía que surge de modo espontáneo, puede ser la mejor compañía.

10. No te planteas que trabajas mucho hasta que ejerces tu labor profesional mientras comes.

viernes, 21 de marzo de 2008

Réquiem

Si hay algo que me gusta de la Semana Santa es su banda sonora. No me refiero a las marchas procesionales ni a las saetas, sino al réquiem. En estos días, donde quiera que haya un crucificado, hay una orquesta y/o coral interpretando este tipo de música.

La música de réquiem es maravillosa. La única pega que le veo es que, cuando te la vayan a cantar a ti, no podrás disfrutarla. Tampoco es algo que puedas oír con asiduidad, quizá sólo en determinados conciertos muy puntuales y en los días actuales, en los que se celebra la pasión y muerte de Cristo. Ya apenas se interpreta en los funerales y es una lástima que estas obras tan hermosas como específicas estén desapareciendo de nuestros ritos tradicionales.

Es injusto lo que sucede con este tipo de música. Yo, en mi afán de investigación, he conseguido que varias personas escucharan piezas de réquiem sin informarles de qué se trataba. Los sujetos de estudio han disfrutado de las obras, he incluso han alabado sus melodías. Justo después, les he comunicado que se trataba de música de funeral y sólo entonces, les ha desagradado. He aquí una importante muestra de lo que los tabúes sociales consiguen hacer con nuestro criterio.

Escucho música de réquiem con asiduidad, claro que no suelo decirlo cuando me lo preguntan, porque la mayoría de la gente lo considera algo extraño. Tampoco creo que se puedan controlar los sentimientos que te producen ciertas melodías. Qué le vamos a hacer si a algunos, los cantos a la muerte nos sosiegan el alma. A veces tengo la impresión de que a muchas personas, los prejuicios les impiden disfrutar de cosas hermosas. Me voy al enésimo concierto de réquiem de esta Semana Santa :)

martes, 18 de marzo de 2008

El ataque de los clones

Mi querida María volvía a llegar tarde. No sé cómo, después de tantos años, sigo sin escarmentar y continúo siendo tan puntual como el primer día. La suerte es que habíamos quedado en un sitio céntrico donde pasa uno, pasa otro, y la mayoría del tiempo de espera se invierte en saludar gente.

Y allí estaba yo esperando cuando, entre saludo y saludo, se arremolinan a mi lado tres jovenzuelas de unos 14 años. En lo primero que me fijé fue en que una de ellas lloraba desconsoladamente mientras, entre sollozos intentaba contar algo a sus amigas. Desde el primer momento era consciente de lo feo que resulta cotillear conversaciones ajenas, pero no pude evitarlo. Miré fijamente la escena y afiné el oído para intentar averiguar por qué lloraba esa chiquilla.

- Jo, tía, es que es muy fuerte.
- Pero, ¿qué ha pasado?
- ¿Que qué ha pasado? No me digas que no te has dado cuenta.
- Darme cuenta de qué, tía.
- Pues que Sergio no me ha mirado en toda la tarde, tía…

Me distraje unos segundos de la conversación para fijarme en aquellas tres muchachas. Eran exactamente iguales. Tenían la misma talla y estatura, el mismo color y corte de pelo y además, lucían el mismo peinado: flequillo enganchado con una horquilla a modo de tupé. Las tres lucían pantalón vaquero de la misma marca, botas negras por encima del pantalón y camisas negras con una chaqueta de lana blanca encima. Se diferenciaban ligeramente por los complementos, pues cada una de ellas llevaba pendientes, collares y pulseras de distinto color. Aún así, el parecido era realmente sorprendente. Tras analizar las similitudes, volví a prestar atención a la conversación.

- Tía, estoy toda la tarde lanzándole indirectas y nada.
- Jo, pues ni me había dado cuenta. Pero no llores más, tía.
- Además, ha estado toda la tarde mirándote a ti.
- Qué dices tía, eso no es verdad
- Qué sí, que yo creo que le gustas tú.

En ese momento me sentí tentada a dirigirme a la chiquilla que tanto lloraba. Le hubiese dicho que no tenía de qué preocuparse, que seguro que al tal Sergio le gustaba ella, pero que debería darle un tiempo para poder distinguirla de sus dos amigas; los adolescentes son lentos de reflejos y ellas no se lo estaban poniendo fácil. Al final me callé porque pensé que quizás a Sergio no le gustase ninguna. Puede que en el fondo fuese un chico sensato y buscara para compartir sus momentos a alguien con un poquito de personalidad.

domingo, 16 de marzo de 2008

Queridas almas errantes...

Antes de nada, pido disculpas por mi ausencia. Últimamente tengo tantas cosas que hacer que me siento como el fontanero del Titanic. El caso es que hoy que he sacado un hueco, quería escribir sobre alguna que otra cosilla que tenía en mente, pero creo que es un buen momento para recapitular y sobre todo, para agradecer.

Quiero daros las gracias, queridas almas errantes, por pasar por aquí. Cuando comencé a escribir este blog lo hice sin ninguna pretensión. Siempre he sido una persona muy extrovertida, pero me ha costado horrores expresar mis sentimientos. A menudo procuro no decir lo que pienso o siento porque me siento muy distinta a cuantos me rodean. Esta conducta ha sido infinitamente criticada por las personas que me aprecian, pero a menudo evito poner en común ciertos pensamientos, quizá por un miedo tonto que arrastro desde que tengo uso de razón. El caso es que muchas personas me hablaban del blog como terapia para no autocensurar pensamientos. Y así comenzó todo...

Con el paso del tiempo me vengo concienciando de que quizá mi forma de sentir y de ver la vida no sea tan censurable como yo siempre he pensado. Y eso os lo tengo que agradecer a vosotros, que día tras día me hacéis sentir como una persona querida y sobre todo, comprendida. Jamás pensé que este blog sería leído por tanta gente. A veces eso me asusta, pero he de reconocer que aquí me siento bien, me siento cómoda y de nuevo, es gracias a vosotros.

Una vez más os doy las gracias por vuestros comentarios. Una vez más, le digo a quien llega aquí por primera vez que se ponga cómod@ porque este blog es su casa. Una vez más os mando Besis y, por si acaso, una vez más...

miércoles, 12 de marzo de 2008

Alta fidelidad

La MTV, que últimamente emite unos reality shows que dan hasta picores, ha puesto en marcha un nuevo programa. La criatura se llama “The x Effect” y no tienen nada que ver con los desodorantes ni demás productos de higiene personal. La fórmula es tan cruel como sencilla. Se encierra en un hotel, blindado de cámaras, a una ex pareja. En un chiringuito contiguo se sitúan las actuales parejas de cada miembro. Desde allí, visionan todos y cada uno de los movimientos del reencuentro de la pareja.

Ahora yo me pregunto, ¿quién se presta a ese tipo de programas? Siempre he creído que hay que tener algo de mala leche para hacerle eso a tu novi@. Tres cuartos de lo mismo pienso de las famosas bromitas radiofónicas donde se incita a la pareja a quedar con un desconocido de voz sensual. Me resisto a pensar que se pueda querer a una persona y hacerle eso. Aunque sólo sea por amor propio ya que, si pican, tú también quedas bastante mal. Yo no lo haría ni por amor propio ni ajeno, sino porque me parece una falta de respeto a la persona con quien compartes tu intimidad. Y es que la palabra intimidad es el quid de esta cuestión para mi gusto. Siempre he mantenido que lo que hagan dos personas no le incumbe a nadie más y, si hay algún problema, tiene que ser solucionado entre ellos. Este tipo de programas lo único que consiguen es quemar a quien juega con fuego.

martes, 11 de marzo de 2008

Nos vemos en el Messenger

Pasaba esta mañana por los alrededores de mi instituto. Cuando entro en un círculo de metros prudencial, se me activa el chip del recuerdo. Miro de reojo cada esquinita de esa plaza, cada banco, cada piedra, cada barandilla. El lugar continúa plagado de estudiantes. Pienso que algunos de ellos recordarán qué andaban haciendo ese día cuando, años después, caminen por allí. Mientras mis retinas tintaban la escena de color sepia, escuchaba con atención la despedida de un grupo de muchachas. “Bueno, esta tarde nos vemos en el Messenger”, decía una de las jovenzuelas. El resto asentía mientras agitaban sus manos y comenzaban a alejarse.

A mí me daba la risa. Cuando nosotras nos despedíamos, quedábamos a la tarde en una cafetería (si teníamos pasta), en la biblioteca (si era época de exámenes) en el instituto (si esa tarde tocaba actividad extraescolar), en cualquier parque (si decidíamos ir a patinar), en alguna plaza de la ciudad (si lo único que teníamos eran ganas de pasar el rato y vernos) o simplemente para pasear.

Personalmente se me hace muy duro escuchar eso de “nos vemos en el Messenger”. Primero, porque pienso que eso no es verse y segundo, porque para mí el Messenger es una herramienta cuasi exclusiva para hablar con gente que está lejos o que no puede moverse de su “punto de conexión”. Lo que no concibo es tener una relación grupal de ese modo. Me da pena porque es ley de vida que esos hermosos grupos de instituto se rompan más adelante por circunstancias de la vida: emparejamientos, cambios de residencia, etc. y me da la impresión de que los juvenzuelos de ahora se pierden muchas cosas, cosas que nosotros sabíamos muy bien aprovechar.

Después de todos estos pensamientos, no me ha quedado más que sentirme viejuna pero de manera incoherente. No hace tantos años que yo me despedía de mis amigas en esas mismas circunstancias. Aún así, por todo lo expuesto, me da la sensación de que han pasado siglos.

lunes, 10 de marzo de 2008

Un Remix

Antes de nada, os agradezco a todos que os hayáis preocupado por mi salud y me hayáis mandado tan bonitos mensajes de deseo de recuperación. Son ustedes adorables. También quiero hacer un poco más visible el ofrecimiento de mi querida Verónika. Su minina será mamá en breve e invita a quien desee un lindo gatito a ponerse en contacto con ella. Podéis dejarle un mensaje por aquí, si queréis solicitarle un animalillo.

En este fin de semana se han sucedido un cúmulo de acontecimientos. Resulta obvio que se podría escribir mucho sobre cada uno de los temas, pero tampoco hay que vengarse de la humanidad. En esta ocasión me quedo con un resumen de cada uno de los eventos a modo de diálogo. Transmito pues la conversaciones (ajenas y propias) que pueden resultar valiosas como documento testimonial de la intensa jornada informativa.

Conversación 1.

- Qué jornada de reflexión ni qué leches. Hoy es el día de la mujer trabajadora.
- Felicidades a todas. Chicos, vámonos a casa y que trabajen ellas. Deben disfrutar de su día.

Conversación 2.

- Hemos mandado al gilipollas a Eurovisión.
- Tranquila, no es el primer gilipollas que mandamos.

Conversación 3.

- Ha ganado Zapatero.
- Dios mío, qué pesadilla.
- ¿Tú votaste a Rajoy?
- No coño, es que no aguanto 4 años más la polémica del trasvase.

Y ahora unos minutos musicales por cortesía de Windows XP.

viernes, 7 de marzo de 2008

Decálogo de un catarro

Mis disculpas por tener abandonaditos los ciberespacios, pero he estado un tanto regulera estos días. Aún así, he aprovechado las jornadas de antibióticos, termómetros y pañuela-pañuelae para hacer un decálogo de cosas de las que me he dado cuenta en el transcurso de la baja involuntaria. Ahí vamos.

1. Cuando tienes 40 de fiebre, te sientes como un gusiluz. Incluso en una ataque de lucidez (malinterpretado) puedes llegar a preguntar si se te ilumina la carita.

2. En un ataque de delirio provocado por la fiebre, puedes llegar a hablar una mezcla de dialecto cantonal del cirílico y del sánscrito, ¿por qué no crear una lengua nueva aprovechando el momento? Seguro que Tolkien lo hizo así.

3. Lo mejor de todo esto es que te llegue un mensaje al móvil cargadito de improperios, como estás alucinando no le haces ni caso. Es más, hasta te puede dar la risa.

4. Entre que aparecen los síntomas y acudes al médico, tiene lugar lo que yo denomino el “Gran prix de la automedicación”. Y es que todo el mundo te sugiere algo para ponerte estupenda en el menor tiempo posible. Al final, yo lo que hago ir al médico que al fin y al cabo, cobra por estas cosas.

5. Es una putada que cuando tas malito, te hagan de comer y cosas que te gustan. Total, qué más me da que sea un asado o un cartón, saben a lo mismo.

6. En la consulta del médico, parece que estás jugando al quién es quién.
- ¿Cuáles son sus síntomas?
- Fiebre y tos seca.
- Vale, entonces clamoxil.
- La verdad es que también me duele el cuerpo.
- Vale, entonces va a ser toseína.
- Oiga, que además lleva bigote…
- Entonces va a ser un señor de Cuenca.

7. Cuando estás resfriado te sientes como un auténtico leproso. “No me acerco, que me lo pegas”, “a dos metros, que me contagias”. Jo, seguro que los familiares y amigos de Annibal Lecter eran más cariñosos con él.

8. Cuando tienes que guardar cama eres capaz de ver absolutamente todo lo que ponen en la tele. Fíjate que ahora mismo conozco todos los productos que venden en la teletienda… y puede que hasta comprara alguno...

9. Los de la biblioteca Regional no tienen alma. Me arrastro como puedo a devolver los libros con dos días de retraso y me multan. Gente mala, mala gente mala!! Ains, como se me lleven el libro que necesito, pienso irme un día a desordenar estanterías!! (yo también puedo ser muy mala cuando quiero).

10. Conversación con la encargada de personal de la empresa:
- Vale, yo mañana voy a trabajar, pero puede que muera.
- En tal caso, te haremos una esquela muy bonita y te saldrá gratis.
- Pues es todo un detalle, sí señor.

lunes, 3 de marzo de 2008

Matar en el nombre del arte

Guillermo Habacuc Vargas es uno de esos artistas que promulgan un tipo de arte apreciado por algún que otro enfermo e incomprensible para la mayoría. He visto verdaderas salvajadas en estas "performances" artísticas que tan en voga están hoy día, pero lo de este señor no tiene nombre.

El "artista" expuso el año pasado en una muestra latinoamericana su "obra", que consistía en atar a un perro a una pared y dejarlo morir de inanición ante la atenta mirada de los visitantes. En Youtube hay un vídeo con las imágenes de la "performance", pero yo no he podido verlo (si alguno tiene más estómago que yo, que lo busque por el nombre del autor).

Parece ser que la "obra" tuvo tanto éxito que le han pedido a Habacuc que la repita este año. Así pues, el "artista" está invitado a terminar con la vida de otro animalillo en nombre del arte.

La cibercomunidad ha publicado un blog para denunciar esta salvajada. En él veréis algunas imágenes de la "performance" del año pasado. Yo las he pasado de refilón porque estas cosas me dejan el alma mustia.

Del mismo modo, se ha habilitado una petición de firmas para impedir que este señor desarrolle su "obra" en la exposición artística de este año. No sé si realmente estas firmas sirven para algo, aún así yo he dejado la mía.

Poco más que añadir, sólo recordar que no todo vale, ni siquiera en nombre del arte.