miércoles, 16 de enero de 2008

Le puede pasar a cualquiera

Como todos los días, andas apresurado camino hacia ningún sitio. Entre las caras sin rostro de la gente, te parece apreciar unos rasgos familiares. En cuestión de milisegundos, y antes de que tu cerebro haya mandado a unas cuantas neuronas a buscar en el archivo de tu memoria, notas cómo tu corazón se acelera. Sólo entonces reaccionas y eres consciente de que ese rostro es más que conocido. Te has recreado en el mosaico de su piel, en cada uno de sus rasgos, incluso has llegado a contar cada una de sus pecas. El choque es inminente y tu cerebro sigue mandando puñados de neuronas que sientes correr sin orden ni acierto. Entonces todo se reproduce a cámara lenta. Ves cómo sus labios se abren lentamente en una sonrisa, de ésas que en ocasiones te alegraban el día, y cómo sus pasos son pausados pero firmes. Entra tanta calma, apenas tienes tiempo para pensar.

Y se produce el temido encuentro. Gestos de sorpresa, dos besos de rigor y conversación temática de cómo te va la vida. Sabes de sobra que todas tus palabras y movimientos serán duramente revisados en un autoanálisis posterior, aún así apenas meditas tus comentarios y gestos. Sus labios se mueven pero el fuerte latido de tu corazón no te deja escuchar ni una sola palabra. Toda una serie de sensaciones se agolpan y haces un rápido e intenso balance de lo bueno y de lo malo. Antes de poder sacar una conclusión para actuar, algo te impulsa a esperar como agua de mayo un comentario sobre el pasado. Sólo un pequeño inciso que te dé pie para poder decir te echo de menos. Pero eso no sucede. La conversación sólo avanza de presente a futuro y evitas a toda costa la pregunta de ¿estás con alguien? Al menos evitas contestarla primero, porque el segundo turno siempre te deja la opción de contar una mentira piadosa, por supuesto, piadosa para ti. Han pasado ya como 15 minutos pero una vez más, sigues sin saber salir de esos ojos oscuros. Entonces llegan las prisas, el a ver si quedamos, el me alegro de verte y... nada más. Y te sientes tan defraudado como en la última despedida.

Es entonces cuando el tiempo se acelera y tus pasos con él. Buscas cualquier esquina a salvo de su mirada para poder recuperar el aliento. Aprovechas ese instante y te tiras un jarro de agua helada para seguir temblando al menos unos días más. Y mientras miras firmemente al suelo, pides a lo que quiera que haya rigiendo la providencia, que jamás vuelvas a diferenciar ese rostro entre la multitud.

12 comentarios:

lazaro dijo...

le pasa a casi todo el mundo

Raúl Perelló dijo...

La pena es que es algunos no tenemos la posibilidad de tener ese miércoles cualquiera en el que te encuentras con esa persona. Por razones geográficas o porque, simplente el destino es tan cruel y ciego, que hace que nunca más la vuelvas a ver.

Jose Manuel Real dijo...

Yo era de los de poner pies en polvorosa, y en aplicar lo del "If I see you, I can't remember"...

Y ahora me va como me va, ains...

Thedarksunrise dijo...

Muchas gracias por los comentarios, niños :)

Querido Lázaro: Gracias por tu visita. Considera este blog como tu casa, así que ponte cómodo. Si le pasa a casi todo el mundo, que inventen un remedio para paliar los efectos de este tipo de situaciones. Yo me presto como sujeto de estudio para la investigación científica :)

Querido Perelló: no sé qué decirte, yo prefiero que sea más ciego el destino que el amor. Cada uno tendrá sus preferencias, pero oye, ojos que no ven...

Querido Blackheart: el "If i see you, i can´t remember" está muy feo. Al menos con una conversación de éstas de por medio, el odio resulta más racional. El odio basado en algo siempre es menos.

Besissssss

no name dijo...

bufff, cómo a mí se me nota todo a la legua... Eso de los diálogos de rigor me duran cinco minutos luego ya no puedo aguantar más el "paripé" y me sale alguna burrada!... Así me va tmb!!!

Thedarksunrise dijo...

Querida no name: gracias por el comentario. Estoy contigo en que alguna burrada se escapa, pero es que yo particularmente a lo que menos presto atención es al hilo de la conversación, así que es casi normal salirse del tiesto. Ya nos irá mejor nena!! Besisssss

Anónimo dijo...

A todos nos puede pasar esa sensación de estar en otro mundo cuando los demás están en otro y que por mucho que se intente llegar a ese otro mundo algo en nosotros hace que no salgamos de la burbuja. Pero seguro que algún día algo o alguien logrará romper esa burbuja.

Biquiños

Thedarksunrise dijo...

Querida Mohikana: gracias por tu comentario :) Yo creo que a veces la burbuja la ha de romper uno mismo. Aunque no sé si es más complicado que la rompas tú o que la rompa alguien. Aún así, el otro mundo es tan poco alentador... ains. Besissss

Anónimo dijo...

Te lo llevo diciendo desde hace años...
Pronto llegará el día en que te reconforte ver a esas personas, pues te darás cuenta de que no estaban hechas para ti.

Eso sucederá en el preciso instante en que conozcas a tu chico perfecto! entonces nadie habrá sido tan perfecto como pensabas...

Fabi (aún sin recordar el puto loggin!)

Anónimo dijo...

P.D: hoy es un día de los que hecho de menos los atardeceres mirando al mar...

Anónimo dijo...

Recuerdo una Semana Santa de hacer unos tres años, yo salía de un bar y justo en ese momento pasó... dejé de escuchar a mi amiga hablar, dejé de escuchar el ruido de la calle, miré su forma de caminar, sus manos en los bolsillos, su típico gesto de "aqui estoy yo"... fueron unos eternos segundos.

Afortunadamente, él no me vió. Pero ya ves, el pasado nos vuelve a todos antes o después, y aún no se si eso es bueno o malo.

Muy bonita la entrada niña, me ha encantado :D

Thedarksunrise dijo...

Querido Anónimo no anónimo: Qué haría yo sin tu positivismo lógico. Muchas gracias por los comentarios.

Querida Verónika: Muchas gracias por el comentario. Cómo se nota que somos de la misma especie. Yo tampoco sé muy bien para qué sirve que el pasado vuelva, pero es algo que no puedes evitar. En fin, aquí estaremos aguantando esos segundo eternos, ainsss.

Besisss