jueves, 20 de diciembre de 2007

Examen de conciencia

Cuando se sentía mal, le gustaba caminar solo durante largas horas. Se alejaba todo lo que podía de la civilización. Se adentraba por senderos inhóspitos hasta llegar a lugares carentes de vida. Le parecía que estando lo más aislado posible, no tendría más remedio que plantearse sus problemas e intentar buscarles una solución. Hacía ya tiempo que realizaba esta terapia con el fin de escucharse a sí mismo. Claro que también le daba miedo porque no solía gustarle lo que se tenía que decir. Procuraba mantenerse ocupado para que el quehacer diario acallara las voces de su locura pero de vez en cuando, su conciencia le obligaba a mantener un duro momento de reflexión.

Por el camino se limitaba a divagar sobre lo humano y lo divino y sólo cuando se encontraba en el lugar indicado, se planteaba las cuestiones importantes. Así lo había decidido y así lo hacía. Siempre que estaba en su confesionario personal, pensaba lo mismo, que quizás sería mejor compartir sus miedos y sus dudas con alguien, pero luego recordaba que durante mucho tiempo nadie le quiso escuchar y aprendió a callarse. Además, jamás se le dio bien expresar sus sentimientos. Entonces, se convencía a sí mismo de que aquella manera de afrontar los problemas era la correcta entre otras cosas, porque había aprendido que nunca se debe llorar en público y se sentía muy mal cuando lo hacía. Allí se encontraba seguro del resto de la humanidad y podía dejar caer sus lágrimas sin tener que esconderse.

El examen de conciencia siempre incluía un pormenorizado análisis de sus dudas, de cada una de las cosas que le pasaban y que sentía con sus consecuentes por qués y sus intentos de respuesta. La mayoría de las veces no llegaba a contestarse, pero al menos se dejaba pistas o simplemente pensaba las cosas con tranquilidad y con una cierta distancia emocional.

Por momentos se frustraba, se inquietaba, se asustaba, lloraba y se odiaba, pero siempre lograba mantener la calma lo suficiente como para tener unos instantes de lucidez. Llevaba tantos años haciéndolo que se había convertido en todo un ritual mecánico de sentimientos y pensamientos. Al final, incluso cuando no sacaba ninguna conclusión, ni una pista ni lograba mantener la calma, hallaba un motivo, por insignificante que fuera, para continuar. En esta ocasión no lo encontró. Como caso excepcional, decidió darse de margen el camino de vuelta para encontrar un indicio de vida dentro de él.

Aún no ha regresado...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque parezca mentira, no es tan fácil limpiar la conciencia. A veces echarle la culpa a los de más de las equivocacioces es lo más fácil y lo que realmente cuesta es reconocer el error. Creo que eso va en la personalidad de cada uno.

Bikiños.

PD: Espero que regrese pronto ese viajante.

Thedarksunrise dijo...

Querida Mohikana: muchas gracias por tu comentario y enhorabuena de nuevo!! La conciencia a veces es muuuuy borde. Yo también espero que regrese pronto ese viajante. Gracias de nuevo. Besisss wapa!!

Jose Manuel Real dijo...

La conciencia es como una gran casa, con miles de habitaciones, y cada una con un suceso o historia, acabada o por acabar.

Cada historia trágica, que no acaba, es un examen de conciencia que hacemos y que nos revela que nuestra conciencia no está tranquila.

Dormir...

Thedarksunrise dijo...

Querido Blackheart: muchas gracias por tu comentario. Creo que la conciencia también actúa sobre historias que están desarrollándose o incluso que están por empezar. Claro que hay tantas conciencias como personas que las albergan. Quiero que te me animes ya mismo, ehhh. Besissss