viernes, 18 de agosto de 2017

El principio del final

Regreso a este blog, varios años después, no con despecho sino con dolor en el pecho. Después de cinco años y medio he terminado la relación de pareja más importante de mi vida. Es el comienzo del fin, ya que ambos tenemos claro que aquí se termina. Pero uno no deja de amar a una persona de la noche a la mañana. El amor no se programa, no tiene día de inicio ni día de finalización. 

Son otras cosas alejadas de los sentimientos las que a menudo indican que la relación tiene que terminar. En mi caso, ambos teníamos planes de futuro juntos, pero el cómo y el cuándo eran muy diferentes. Ahí se empezó a tensar una cuerda que se terminó por romper. Algo triste, porque creo que dejar una relación cuando hay muchos sentimientos por ambas partes es una de las cosas más dolorosas a las que se puede enfrentar una persona.

A estas alturas, alguno estará pensando: "pero mujer, tú lucha. Si os queréis, todo es posible". Y puede que tengáis razón. Pero, ¿hasta qué punto el amor debe ser una lucha constante? ¿No es mejor a veces sacar la bandera blanca, rendirse y saber retirarse antes de caer en pedazos?

Este blog me ha acompañado en momentos duros de mi vida y siento que debo volver aquí una vez más. Quizá no sea justo tener esto como una "casa del dolor", pero tengo dos buenos motivos para hacerlo. Primero, para poder expresarme sin censura y bajo el anonimato, y, segundo, porque me consta que algunas personas llegan aquí de rebote, leen las entradas y se sienten menos solas o incomprendidas. Por este último motivo no he cerrado el blog en todos estos años de inactividad. 

Respecto a él, llegó a mi vida de casualidad, era lo que siempre había soñado y lo tenía todo para ser mi todo. Ahora sólo es mi dolor. 



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