¿Cuál es el lugar que te encantaría visitar? pero dime uno y sólo uno... Esta pregunta la suelo formular muy a menudo a mis conocidos. Las respuestas suelen ser de lo más dispares, pero todo el mundo tiene un destino idílico, un sitio al que siempre ha querido ir. El mío es Noruega. Hay muchas cosas que me atraen de ese país, pero el motivo de mi elección va más allá de lo turístico. No suelo contar el por qué de mi destino, pero hoy voy a hacerlo.
Cuando estaba en el instituto, me alisté en un proyecto común con otros tres centros de tres países distintos: uno holandés, otro italiano y uno noruego. Hacíamos muchos talleres, excursiones, visitas, exposiciones... y una de las actividades era mantener correspondencia con alumnos de los otros centros, con la futura finalidad de realizar un intercambio. Nos ponían todas las fichas personales de los alumnos y tú ibas eligiendo con quién te querías cartear. Escogí un alumno de cada país y con mi inglés cantonal, envíe la primera misiva. De retorno, me llegaron no 3 sino 4 cartas. Alguien, desde su país, me había elegido a mí. Abrí la carta desconocida y se trataba de un muchacho noruego. Era bastante mayor porque dejó la escuela y decidió volver a estudiar. Era realmente gracioso, me sorprendió porque siempre he pensado que los extranjeros no tienen gracia. Al día siguiente pedí al tutor del proyecto la ficha del muchacho para ver quién era, así pude conocer un poco más de él. Con el tiempo la correspondencia se redujo y ya sólo me carteaba con él. En sus cartas me contaba muchas cosas, me llamó la atención cuando me mandó un listado de técnicas para sobrevivir en la alta montaña a 40 grados bajo cero y yo, ni recuerdo lo que le escribía.
Al término de las clases allá por junio, el tutor del proyecto nos reunió y nos dijo que, al pasar de curso, serían los siguientes alumnos los que tendrían derecho a participar. Nosotros ya no podíamos seguir con aquello. La verdad es que nos cabreamos bastante. Ni siquiera habíamos realizado un intercambio con ningún país. Todos los de mi "año" dejamos obligatoriamente el proyecto en manos de la siguiente generación. Supuse que en el resto de centros habría ocurrido lo mismo.
La correspondencia cesó. Supuse que a "mi noruego" también lo habrían relegado del proyecto, y si no lo habían hecho, querría ahora cartearse con alguien que estuviese ese año. En ese momentó pensé que sería lo adecuado ya que, como la idea era realizar un intercambio, estaría bien tener una relación, aunque sea escrita, con el estudiante de la casa a la que fueras. Aún así, me fastidió.
Cuando se realizaron los intercambios, los españoles fueron a holanda y los noruegos vinieron aquí. La verdad es que tenía curiosidad por saber si él estaba. Como tenía una amiga que ese año puedo entrar en el proyecto porque repitió curso, le pedí que se informara de quién era "fulanito de tal" y me lo dijera. Escondidas entre las columnas del instituto, acertó a señalarme quien era mi amigo por correspondencia. Realmente era como yo me lo imaginaba. Era perfecto, bueno, perfecto para mí, que quien me conoce ya sabe que mi prototipo no es el prototipo. El caso es que en ese momento debía haberme acercado y haberme presentado. Tenía que haberle dicho que era la chica con quien se había estado carteando el año anterior, quizá haberle invitado a tomar un café, pero no pude... pensé que él ya no se acordaría de mí o quizás no quisiera saber nada de mí, como había dejado de escribirme...
Pasaron los días y los meses y no me atrevía. A veces me acercaba a él, pero pasaba de largo. Argg, que rabia me daba, pero no podía. El caso es que llegó el día en que los noruegos se marchaban. Escondida tras una ventana los vi montarse en el autobús que los llevaría al aeropuerto. Cuando desaparecieron de mi vista, salí a hablar con la amiga que estaba ese año en el proyecto. Al ver que me acercaba dijo con un tono de voz un tanto elevado mi nombre. Justo el chico de al lado se giró y me preguntó: ¿"tú eres Alicia"?, le respondí que sí. Entonces el se me quedó mirando un rato y me dijo: he tenido de intercambio en mi casa a uno de estos chicos de noruega, a "fulano de tal", y desde que llegó hasta que se fue, me ha estado preguntando por ti.
Puede que resulte absurdo. Puede que él me cierre la puerta en las narices o que llame al psiquiátrico para que vengan a recogerme, pero aunque sea 10 años más tarde, me gustaría encontrarle y decirle: "hola, soy yo, la chica con la que te estuviste carteando durante un año, ¿te tomas un café?"